Los espacios son puntos de encuentro, lugares donde las
personas viven y comparten experiencias de habitabilidad.
Nuestra existencia se encuentra definida -desde nuestra infancia- por vivencias de este tipo, y me
atrevo a decir que las experiencias espaciales
forman y consolidan al paso del tiempo nuestro carácter y manera de ser, como seres humanos.
El espacio es para nosotros, sonidos de pasos que van y
vienen, colores e imágenes que penetran en nuestra pupila, olores y matices que
asociamos con vivencias específicas, sensaciones y elementos varios que
estimulan nuestros sentidos en cientos de maneras, y que hacen que guardemos en
nuestra memoria, miles de variables,
que asociamos con personas, eventos, sentimientos y demás aspectos personales e individuales.
Habitar un espacio es una experiencia multisensorial y multidimensional.
El espacio existe, y al paso de los años puede permanecer intacto, pero la vivencia que cada persona tendrá de él,
es diferente y profunda en diversos grados y niveles, y depende de millones de
variables, que son quienes definen las circunstancias que hacen que entablemos relaciones
espaciales específicas.
Así, mientras observo atentamente cómo el estadio de fútbol
de mi ciudad se llena de espectadores, tanto oriundos de la zona, como de otros
estados, reflexiono en las millones de vivencias que un simple espacio genera
en las personas, y cómo estas vivencias influirán en algún momento en un simple
fragmento de su historia como seres humanos…
Escucho:
This will
be my year / Semisonic
Trouble
sleeping / The Perishers
Goodbye yellow
brick road [Ward child] / Keane
Oblivion /
Anthony Gonzalez featuring Susanne Sundfør
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