Hace algunos años abrí este espacio virtual, como una
especie de diario, de bitácora de viaje,
para mantener un registro de las actividades hechas, pero, sobre todo, porque,
por alguna extraña razón, me agrada registrar el pensamiento, y le evolución de
éste al paso del tiempo.
Al mirar en retrospectiva, me he dado cuenta también que son
menos las notas escritas cada vez en este sitio. Y algo aún más para
reflexionar: la evolución en la filosofía
personal se reinventa con mayor vertiginosidad cada vez.
Las herramientas de comunicación se transforman a
velocidades exorbitantes, adaptándose, o quizá definiendo nuestras condiciones
de vida, tanto personales, como sociales.
Con sorpresa he mirado que la preferencia individual, tiende
al uso de redes sociales como Twitter,
que es capaz de registrar los fugaces e instantáneos momentos que a últimas
fechas definen mi vida.
Los largos libros, y las series de cuentos y novelas por
escribir, han quedado en pausa desde
un par de años.
Considero que hoy en día invertimos tanto tiempo en la supervivencia dentro de nuestros
círculos y ambientes cotidianos, que nos olvidamos de vivir nuestras verdaderas
vidas.
Déjenme explicar este punto.
Me refiero a que nos concentramos en registrar cada instante
y cada imagen que acontece en nuestra existencia, que ya no somos capaces de
sentarnos y apreciarlos a detalle, y comprender la esencia, la lección, la
maravillosa moraleja implícita, dentro.
Una reciente experiencia acontecida me ha puesto en la
plataforma de la reflexión radical y profunda, para cuestionarme qué es lo que deseamos como personas, como
futuros –o no– profesionistas, y como seres humanos.
Los procesos de comunicación, a pesar de ser veloces,
óptimos y alcanzables para casi todos, han conseguido en un periodo de años apenas,
construir una enorme barrera entre nuestra perspectiva personal y la realidad
circundante.
Cada vez somos menos capaces de abrirnos, de intentar
siquiera ponernos en nuestro mismo lugar, desde fuera, en las mismas
circunstancias reales en las que actualmente vivimos. Consideramos que nuestras
ideas y pensamientos son válidos y deben ser respetados a cómo de lugar. Las
personas tienen la obligación de aceptarnos y de comprender nuestra realidad
por el sólo hecho de vivir en ella, y sobrevivir.
Lo que la actual realidad –considero– ha logrado,
es aislarnos en una Matrix personal,
de la que no deseamos [ni somos capaces] de salir, por sentirnos seguros y
confortables en ese sitio que hemos construido alrededor de nosotros.
Cuando las circunstancias externas nos valoran, comparan, o
evalúan, acorde a las reglas vigentes en tiempo y lugar, nos resistimos a
aceptar nuestra incapacidad de adaptarnos y de respetar aquellos con lo que no
empatamos.
Consideramos que la realidad tiene la obligación de
integrarnos a ella sin ninguna excusa, porque, finalmente, creemos que nuestra
realidad interna es la única que
existe.
Valores como la Confianza
y la Amistad han quedado relegados a
simples requisitos que sólo sirven para perpetuar nuestro estilo de vida. Es
decir, seremos capaces de vivir convenientemente
ciertas condiciones, pero jamás nos comprometeremos, o comprenderemos sus
principios. Si seguimos las reglas, es la obligación de dichas reglas respetar
nuestra esfera de vida, el universo que hemos construido dentro de nosotros.
Las reglas –ilusamente creemos– no tienen cabida en nuestras
introspectivas realidades. Son sólo herramientas vacías y efímeras que debemos
utilizar a conveniencia, y que asegurarán el logro de los objetivos, sin el
menor compromiso relacionado.
Vivir implícitos en los procesos tecnológicos y de
comunicación que hoy por hoy definen a la Humanidad, involucra un rompimiento
con ella, y con su original y verdadera naturaleza.
Los padres de familia actuales, consideran que, dándoles
bienes, herramientas y recursos a sus hijos, cumplen con las condiciones que se
espera de ellos para consolidar el proceso de educación de toda una generación
que vive en la ilusa creencia de que lo
merecen todo, por el solo hecho de estar presentes en los procesos que
viven.
Nuestras introspecciones y nuestra incapacidad de valorarnos
de maneras objetivas y realistas frente al resto de las personas que nos
rodean, nos llevan a fuertes procesos de soledad, drogadicción, alcoholismo,
violencia o apatía extrema, que no hacen sino culpar a las sociedades en las
que actualmente vivimos, y consolidar estilos de vida donde las personas toman
por `normales´ la apatía, las reglas rotas, y la aceptación de circunstancias-problema.
¿Quién es el culpable de haber llegado a esta situación,
realmente?
Cada día, cada momento es más complejo vivir, intentar
comprender las injusticias que se comenten diariamente.
El verdadero cuestionamiento debe basarse en la premisa de
la calidad en nuestra propia responsabilidad, en los eventos que vivimos,
juzgamos, y criticamos.
Finalmente, no
importan las malas o buenas circunstancias que me rodean, la decisión de
fracasar o no hacerlo, es sólo mía.
Imagen que acompaña
esta nota, tomada de la liga:
http://www.mixbits.net/wp-content/uploads/2013/11/1383841259.jpg
Crash!
Boom! Bang! [Radio Edit] / Roxette
That's not my
name / The ting tings
Shake it
out / Florence + The Machine
Love is stronger
than justice / Sting
Without words / Ray La Montagne