El espacio que habito es un sitio donde suceden muchas experiencias.
La última de ellas, en el término del más reciente viernes, pasé la noche escuchando canciones de Porter.
Hermoso obsequio de las circunstancias. En el filo de la ventana, arriban las primeras notas de las melodías que reconozco, y que me traen gratos recuerdos de momentos lejanos, disfrutando lo que más amaba hacer, en compañía de personas que se convirtieron en verdaderos amigos, los cuales han seguido su camino, y que ya no veo más.
Otrora una película o serie, en medio de la Oscuridad de la noche, en el completo Silencio que el Contexto me comparte.
En los días más intensos, estudio y pase de notas de sesiones de la jornada respectiva, diseñando las herramientas o ajustando otras, que serán utilizadas en los casos que se atienden.
Recientemente la práctica de Yoga inaugurada, en el centro de la habitación, con el perro desparramado en la cama, mientras finge que me mira cuando en realidad lo pesco roncando silenciosa, pero descaradamente.
Me costó entender que todos necesitamos vivirnos en Espacio, es decir, interactuar con nosotros mismos, con nuestros intereses, anhelos, planes, decisiones, cualidades y hobbies. Y, desde luego, nuestros errores.
Hace apenas unos días experimentaba un sueño lúcido que me ha conmovido.
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