`Avanzar significa despedirte
de aquello que amas,
con lo que te has encariñado
o acostumbrado a vivir con…
Crecer como persona representa
decir adiós a todo
lo que algún día definió
lo que hoy eres,
y que inspira lo que llegarás a ser´.
Hace unos días envié un mensaje
por teléfono móvil. Han transcurrido tantos meses, tantas cosas de por medio en
la vida, que extraña es la vez en la que te detienes a valorar qué ha sido de
tus circunstancias personales.
El amigo al que escribí me
respondió días después. Recuerdo cuando estudiaba la Maestría, que uno de los
profesores nos comentó que renegaba utilizar los medios digitales, salvo con la
excepción de que al escribir por correo electrónico –por ejemplo– a un amigo
o colega, no responderían de inmediato, porque la `inmediatez´ es un mal de
estos días que destruye sinceridades.
Cuando recibí el mensaje de mi
amigo, de vuelta, reconocí que había pasado tanto tiempo desde que había hablado
y sabido de él. Irónica es la Vida. Viene a mi memoria el recuerdo de alguna
plática con él, donde le confesaba mi aversión por las despedidas. Él me miró,
rio, e hizo un comentario en son de burla. Tenía razón. Yo le daba demasiada
importancia y sentimentalismo a las despedidas.
Quizá porque en tu vida cotidiana
te rodeas de cosas que estimas, que te hacen sentir bien, que te reconfortan, a
las cuales te acostumbras.
Al paso de los días, los meses, o
tal vez los años, te has encerrado en un puñado de circunstancias familiares y
recurrentes que definen en gran medida tu vida, no necesariamente tu futuro.
Ahora que miro hacia atrás, dentro
de los últimos cinco años he encontrado más cambios que durante la década tras
mi adolescencia.
Tantas personas, rutinas,
conocimiento, y mi profesión –incluso– se han transformado en múltiples
maneras.
Viene a mi mente una charla
memorable con quien fuera mi mejor amigo [a quien tiene indescriptible tiempo
del que no sé algo], donde hacíamos el típico ejercicio de imaginar nuestro
futuro cinco años adelante.
Y mucho de lo que se vive ahora
no estaba siquiera en la pizarra de planes.
Personas entrañables, relaciones
con gente estimable, charlas presenciales y/o virtuales por diversos medios de
comunicación digital. Lugares recurrentes. Espacios. Ambientes.
Y todo lo que ha sufrido metamorfosis.
Romper paradigmas, la
cotidianidad, la `zona de confort´ es doloroso.
Para crecer, para continuar
aprendiendo, es necesario.
Otro amigo más me comentaba
[cuando me llevó a conocer su hermoso pueblo, en la Sierra del Estado, en medio
de los más sublimes parajes naturales que en mi vida he visto de nuevo] que su
lugar de origen era bello y lo había formado como persona, y lo agradecía en
sobremanera, pero crecer y desarrollarse no sería posible si se hubiera quedado
en él.
Hace unos días me levanté, y en
mi mente se formuló la clásica pregunta, cliché
de películas y series de televisión. ¿En qué momento llegué a este punto
donde hoy me encuentro? ¿Qué ha sido de mi
vida?
De repente te levantas un día,
recuerdas lo vivido, extrañas las compañías, revives los espacios, derramas una
lágrima por las veredas que ya no transitas. Por los abrazos, los regaños.
Quizá por los momentos, buenos y malos, pero que te brindaban seguridad.
Identidad.
Hoy mucho de ello se ha marchado.
Y miras hacia adelante, donde los
cambios, las despedidas, los giros son más frecuentes.
Y cierras los ojos, rememorando y
agradeciendo por todo a lo que has dicho adiós, porque, en breves o largos
lapsos de tiempo y huella en tu existencia, te hizo ser quien eres, y te
inspira a ser el destino del camino que hoy transitas.
¿Dónde estaré en los siguientes
cinco años?
No haré más planes. Los planes se
divierten más organizando su devenir conmigo…
A step you can´t take back /
Keira Knightley
Bixby canyon bridge / I will possess your heart
// Death Cab for Cutie