En un período de calma tras
semanas difíciles, me encuentro explorando álbumes que había dejado en lista de
espera, como la media docena de libros que aún permanecen en el buró, a un
costado de la cama. A diferencia de los textos pendientes, los álbumes poseen
la magia indescriptible de iniciar el viaje sólo apretando el botón de play en el estéreo, lo que por estos
días se ha convertido en la terapia obligada y no prescrita por la serie de
médicos especialistas que hemos visitado. Y ha surtido efecto.
El álbum en turno esta noche es
el llamado Hendra, del ex–Everything but the Girl, Ben Watt.
Realizar una reseña a este
proyecto lo considero una tarea para la que me declaro incompetente. La calidad
compositiva es hermosa, y la
sensibilidad de Watt mostrada en cada
una de las melodías es algo que sencillamente no puedo explicar.
La experiencia ha empatado con la
oportunidad de escuchar la discografía completa de Everything but…, y aunque me hice fanático de la banda entrado el
año mil novecientos noventa y cinco
tras el éxito por todos conocido de `Missing´,
ahora que escucho sus primeras composiciones, entiendo el concepto del dúo que
desgraciadamente se fue perdiendo a lo largo de su etapa más afamada y
comercial. Eden –el primer álbum de Thorn and
Watt– es una oda a la Melancolía y a la sensibilidad. Simplemente
hermoso.
Hendra rescata todo ello. Y lo supera con creces. Echa mano del
talento compositivo de Watt, y de ese brillo interno y espiritual que raras
veces mostraba en la última fase del dúo conformado con Thorn. Celebro el toque
de contemporaneidad con el que ha
salpicado el álbum de carácter folk.
Esos sonidos electrónicos excelentemente
diseñados y ubicados, para crear la perfecta atmósfera. Los tiempos son
exactos, precisos, endiabladamente correctos y puntuales. Ninguna nota fuera de
su lugar. Hendra es un reloj suizo diseñado y manufacturado a mano y a detalle.
Y de una calidad inigualable.
No me había atrevido –lo confieso– a escuchar el alma en solitario de Ben Watt. Cómo me arrepiento
ahora. El único que había conseguido una sensación alejadamente similar había
sido Yusuf [otrora Cat Stevens].
Me quedo con todos y cada uno de
los temas. Celebro Nathaniel –que me arrancó las lágrimas–, además de The heart is a mirror. La voz, serena y relajante. Casi pueden
escucharse los murmullos de los sentimientos no expresados del autor. Las
composiciones, directas, sensibles, perfectas.
Un álbum que vale la pena
escuchar, después de treinta y un años de silencio de voces en solitario. Y las colaboraciones. ¡Dios mío! Las solas
colaboraciones lo valen todo.
Everything but the Girl es harina de otro
costal.
Y sí, comienzo a pensar que no
volveré a verlos juntos…
Con joyas como ésta, considero
posible asimilar tan terrible destino.
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Escucho:
The heart is a mirror / Hendra [Demo] // Ben Watt