Desde que tuve uso de razón, las
despedidas fueron un doloroso pasaje que prometí al paso de los años no repetir
a menudo, por el dolor que causan dentro y fuera del cuerpo.
Y heme aquí.
Quince años transcurrieron desde
que comencé esta travesía, este ciclo que hoy cierro sorpresiva, pero conscientemente. Una decisión que debí
haber tomado meses, quizá años atrás, pero que mantuve en el baúl de las
decisiones postergadas, hasta que el Destino me alcanzó.
Ayer me pregunté si todos estos
años a los que hoy despido fueron una larga desviación en el trayecto. Los
acontecimientos que se han dado, cual fichas de dominó, me indican que, si fue
así, se trata de una desviación que me formó en gran medida como la persona que
está lista para emprender el comienzo que tuve que haber tomado hace tanto
tiempo atrás.
Las cosas suceden no por el azar.
Acontecen conforme está escrito que
acontezcan. Así lo comprendo ahora, cuando observo con sorpresa y
satisfacción, que tu vida es una infinita serie de piezas que se mueven, y que
encuentran su correcto lugar en el entorno, en el Universo pleno.
Las últimas horas, antes de
abandonar la actividad académica y disciplinar, de manera definitiva, se
han manifestado como una línea de acontecimientos que pareciera haber estado
siempre ahí, y cuyos fragmentos caen de manera natural, hasta embonar en su
correcto sitio.
Llega un punto de tu Vida, donde
comprendes dos circunstancias primordiales: aferrarse
a los hechos, elementos, ideas, personas o eventos, te limita crecer como ser
humano en todos los niveles, porque te conviertes en una habitación de cuatro
muros y techo, que no permitirá que nada más entre o salga de tu espacio y de
tu vida; y en segundo término, entender que, en nuestras vidas debe existir
la oportunidad de entregar al Universo
todos los hechos, confiando en la inercia que nuestra Intención ha definido,
antes de tener consciencia de la importancia de los títulos y las cosas que
obtenemos. Lo que tenemos y los reconocimientos que acumulamos en un momento
de la Historia, no define nuestra Plenitud,
ni remotamente lo que somos o llegaremos a ser. Hemos crecido como Humanidad,
persiguiendo la materialidad y los
títulos humanos, creyendo que ser reconocidos, y tener más materialidad, es la clave del Éxito.
¡Cuál equivocados estamos!
Conté las últimas horas en
compañías jamás imaginadas, rememorando en espacios, instantes, personas y circunstancias,
una síntesis increíble de los quince años que viví enseñando, guiando,
aprendiendo, muchísimo más que sólo Arquitectura.
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Contemplé el último atardecer
transitando a lo largo del Centro
Histórico de mi Ciudad natal, charlando alegremente y sacando fotografías,
una actividad que siempre amé hacer, y que mostré desde el primer día que di
una clase. En este sentido, reencontrar
a Eymi, estudiante de las primeras
generaciones a las que impartí cátedra, fue indescriptible. Su sola presencia
me remontó años y años atrás, a un conjunto de memorias perdidas a las que
pensé que jamás regresaría. Un obsequio de la Vida que me atravesó el corazón,
limpiamente, conmoviéndome hasta lo más profundo. Reencontrar a Montserrat y a Citlali fue una sorpresa y un gusto. Citlali ya me prometió compartir esa hermosa voz para los proyectos que se gestan una vez más, como regreso de la parte creativa de los Estudios Architectiak.
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Fernando, Claudia, Alejandro, Jorge L. y Sait,
representaron el día anterior a la escritura de esta nota, un cuadro hermoso
donde se integran los momentos más emblemáticos de estos quince años de
actividad académica y humana. Dejo en ustedes un legado que fueron construyendo al largo paso
de los años. No tiene precio mirarlos conformar un equipo de trabajo, piezas
representativas de años de cátedras y vivencias humanas increíbles, equipo
donde la universidad a la que alguna vez aspiré a ingresar, se convierte en el común denominador de metas institucionales
y de ustedes, personales, que quedan en sus manos, en su talento, y en su invaluable calidad humana. No recordaba esa
anécdota que compartiste conmigo, Fernando,
pero mira cómo es el Universo. Tú
sostienes que yo estuve ahí para convencerte de que te quedaras, y la Vida me
obsequia ahora tu presencia para convencerme de retirarme contento, y pleno.
Gracias por tan bello presente.
Gracias a esa nueva y última generación que me tocó recibir, días antes de la despedida, y cuyas seis únicas clases nos unieron como pocas veces he mirado en las generaciones en una década y media de actividades. Una generación anterior me gritó a la cara que me retirara de lo que sea que estuviera haciendo, mientras tres semanas de trabajo en este final mes, me deja claro que la Pasión por vivir es un obsequio que no todos tendremos la oportunidad de atesorar, pero que me hizo convencerme –en términos personales– de disfrutarlo, y luchar por ello.
Finalmente, la visión y la
experiencia de Artes Visuales fue lo
que me mantuvo con vida estos últimos quince meses, y cuya inercia me trajo
hasta el día de hoy.
Gracias por la confianza
depositada en mí, de una autoridad, trece líderes de carrera, y más de mil
estudiantes, trescientos de ellos que
estos días, mientras escribo esta reseña, se encuentran moviéndose a través de
diferentes experiencias artísticas y humanas.
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Si fuera más joven –las personas estimadas me conocen bien– gritaría: `¡Hagámoslo de nuevo!´. Me reservo el derecho, porque anhelo correr
hacia nuevas direcciones, pero antes, ganarme a pulso, la oportunidad de aún
atesorar más experiencias…
Tercera fotografía presente en esta nota, tomada del sitio oficial en `Facebook´ de Photo Walk HGO, y editada digitalmente.
Escucho:
6 inch | Beyoncé featuring The Weeknd
Love drought | Beyoncé
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