Rememorando los días primeros del
diario virtual, donde, tras una
tarde, o un día intenso o de reflexión, me sentaba enfrente de la pantalla, y
escribía el sentir, derivado de las
recientes horas acontecidas.
¿Qué cambió desde entonces?
¿Por qué dejé de tomar esas instantáneas, que se convertían después en
notas, algunas breves, otras sumamente íntimas y reflexivas, siempre expresadas
en palabras?
Tal vez porque sabía que contaba
con público. Porque, al final del día, fuera yo arquitecto, catedrático o
escritor, habría quienes abrirían la
liga respectiva para leer el texto, y despertar comentarios agrios o en
desacuerdo con mi manera de ser y de pensar.
Debo confesar que esos lectores, raras
veces lo hacían.
Hoy, doce años después de la primera publicación en nuestro diario de colores
y diseño pobre, vuelvo al origen, y escribo por escribir, sin intención alguna,
sin objetivo o meta previos.
Sólo recuerdo al amigo que
estuvo, y que hoy no se encuentra ya. Quien ha buscado entrar una vez más, tras
años y años de vacío, pero al que no permito el acercamiento. No más.
Han sido años y años de separación
y distanciamiento.
Llega un momento en mi vida,
donde decido proseguir la caminata en soledad, no porque ya no estime o ame al
amigo antiguo, sino porque la Amistad
es una planta que se ha marchitado, y cuyos cuidados ausentes impiden regresar
a lo que antes fue, y que hoy no ha germinado más.
El árbol en el que juramos
convertirnos, se encuentra en medio del Vacío,
del espacio urbano, en medio del
tránsito arquitectónico y citadino,
formando parte y sin formar, habiendo crecido para convertirse en un simple
elemento de ornato más, sin un sentido humano específico.
Eso fuimos, eso somos.
Nuestras decisiones nos llevaron,
a lo que no podemos abstenernos de ser, porque el Tiempo, en eso, nos ha convertido.
Escucho:
What's the frequency, Kenneth? | Imitation of Life ||
R.E.M.