La Vida está integrada de diminutos momentos. Detalles
insignificantes, que no nos alcanza [o peor, no nos importa] el Tiempo para disfrutarlos.
El Universo continúa su curso, indefinida e infinitamente, sin prestar
atención a nuestra Consciencia perdida,
inmersa, ensimismada en pretender su auto conservación.
Los detalles, los instantes
perdidos, únicos, hermosos, que suceden unos tras otros, de manera indistinta…
Será tal vez por eso que los ignoramos, porque es una riqueza demasiado efímera
y de fácil acceso.
Al ser humano le gusta sufrir, para merecer [o por medio del
sufrimiento obtener valor agregado]
aquello que esté a la altura de sus circunstancias.
Los momentos únicos, e
irrepetibles, se esfuman así, sin más, sin ser contemplados, sin haber puesto
atención en su Belleza.
La Belleza para el Hombre es algo
que puede tornarse real y duradero.
Si es posible, físicamente eterno.
No ese tipo de cosas que suceden,
que nos obsequia Dios y la Naturaleza, y que transforman nuestro
ser entero, y desaparecen, integrándose a los misterios del Cosmos infinito.
Fotografías cortesía de Diego Vázquez.
Escucho:
What your soul sings | Massive Attack
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