Se siente bien caminar de nuevo.
Respirar.
Levantarse cada mañana, temprano,
y tener motivación para comenzar el día, para continuar con aquello que la Vida
traiga consigo, después de haber perdido la dirección, y el sentido.
Mucho qué agradecer, en especial,
en esta nota, a Abigail Sánchez, por
su apoyo, consejos, motivación, en la decisión de adoptar un perro que durante meses vivió en las calles aledañas a
mi sitio de residencia y trabajo.
Durante más de un año y meses, mi
rutina fue arbitraria, sin orden específico, y, a pesar de contar con
actividades planeadas para no dar cabida a trastornos como la depresión, no conseguí recuperar la
motivación para levantarme cada mañana, o continuar con los proyectos creativos pendientes durante años.
Es extraño cómo las
circunstancias operan en nuestra cotidianidad. Un día, un perro estaba acostado
delante del despacho, y, pese a los días y semanas transcurridos, y a su ir y
venir a sitios aledaños a la zona, siempre regresaba, me miraba, y se volvía a
ir, para regresar al siguiente día.
Siendo yo completamente neófito en el tema de la adopción, Abigail me brindó toda la orientación
puntual y la inspiración para continuar adelante en el difícil proceso. Sus
consejos y palabras me animaron siempre, me inspiraron a acercarme a este
animal, a ofrecerle un espacio, un sitio que pudiera considerar como un hogar, donde él pudiera sentirse
tranquilo y pleno.
Al paso de los días, me di cuenta
–primero de forma inconsciente– que no podría ofrecerle algo como
eso, a menos que yo mismo recuperara esos valores en mi propia vida. Las
semanas siguientes fueron un arduo trabajo en conjunto, acercándome a él, a la
vez que él me inspiraba a acercarme a mí mismo: establecer un orden y horario en mi existencia, alimentación, cuidado y
descanso consciente personal, además de plantearme actividades y retos que me
obligaran a recuperar el dinamismo y replantearme retos.
El resultado me ha hecho sentir
bien, mejor de lo que me he sentido en los últimos cinco meses.
Remiel –como he
bautizado al perro que decidí adoptar, en honor al Arcángel centrado en reconciliación y trascendencia con el Pasado–
vive ahora conmigo. Caminamos cerca de seis kilómetros diarios, comenzando la
primera caminata temprano, por las mañanas.
Espero resultados de estudios
médicos, para valorar parámetros, y considerar si el cambio de rutina y
perspectiva de vida ha influido y en qué sentido, en mi Salud, deteriorada desde meses atrás.
Lo que puedo decir es que la
compañía ha sido una motivación que mantuve perdida, extraviada a lo largo del
último año, y que ha comenzado a obligarme a dar pequeños pasos que por
diversas razones había omitido o postergado.
Ignoro lo que venga después –es algo que he hecho desde que tomé
las últimas decisiones en mi vida–.
Creo firmemente que el Universo acomoda
las piezas, acorde a nuestros deseos y logros de carácter espiritual.
Si es que solicité algo al Universo, hoy no recuerdo o defino lo
que fue, pero haya sido lo que haya sido, me envió un perro como respuesta.
Ahora más que nunca, sé con certeza que la Vida tiene una irónica
manera de plantearnos retos, lecciones y misiones en nuestra existencia.
Escucho:
Afire love | Ed Sheeran
Imaginary man | Paula Cole
This picture | Placebo
Forget (Live) | Ben Watt
Show me how to live | Audioslave
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