La primera secuencia de la cinta y
el primer movimiento de la cámara, atrapó mis sentidos por completo, dándome
perfecta idea de aquello a lo que me enfrentaría: un relato cinematográfico
sumamente introspectivo, en blanco y
negro, narrado a partir de la imagen secuencial,
y el sonido propio del ambiente.
Alfonso Cuarón posee una perspectiva
única, personal, humana y
sumamente íntima de la Vida. Rareza
en cualidades, propia sólo de hombres que han vivido verdaderos conflictos,
retos de existencia que han trastocado algo en su interior, en el fondo, en un
sitio privado profundísimo, donde se guarda el material que posteriormente se
transformará en recreaciones hermosísimas como ROMA, la cinta que nos ha obsequiado.
Celebro los riesgos tomados.
Lenguaje limitado a blanco y negro y secuencias libres de intenciones
mercadotécnicas o comerciales. Es un hecho: Cuarón
quiere llegar hasta lo más profundo de tus entrañas. No todos soportarán el
viaje o la crudeza de la Paz que las imágenes bombardean a cada minuto.
Felicito eso que ninguna otra
cinta había conseguido jamás como reacción en mi persona. `Call me by your name´ se acercó muchísimo, pero aún así, se quedó
lejos, muy lejos. Quizá porque soy arquitecto
es que me ha conmovido la interacción entre lo humano, y lo arquitectónico. Se trata de una cinta espacial, donde el Espacio
externo y social lo representa absolutamente todo. Las recreaciones urbanas
tocaron el corazón, sin ser yo un niño que haya pertenecido a esa época, o peor
aún, al lugar. Apenas nacía yo en ese entonces, y aún así, gracias a la
indescriptible narrativa arquitectónica, es que fui capaz de reconocer las
emociones y sentimientos que el director puso ahí, al grado de arrancarme
lágrimas al moverse delicadamente, cual tela de seda y de igual manera, entre
los rincones íntimos de una casa, o las calles y esquinas de la ciudad entera. La escala cedió magistralmente a las
intenciones humanas.
Todo lo que representa nuestra
nación está de alguna manera ahí, a veces hasta en sutiles detalles que no
vemos en primer cuadro, pero que gracias a la extrema lentitud visual
narrativa, terminamos por identificar y reconocer, arrancándonos de repente una
lágrima que ahogamos ruidosamente en el pecho, por temor a llorar de más en
medio del silencio.
Y la historia central, la
historia de la Mujer en nuestro ambiente cultural, nuestro pobre México querido.
Hilos narrativos que se entretejen para contar aquellos murmullos sociales que
descaradamente ignoramos, pero que son piezas clave en nuestras vidas como
pueblo.
Si se trata de una biografía, ya
sea íntima o colectiva, no interesa. Una parte de tu alma se encuentra en la
historia, reflejada sutilmente en elementos que tu espíritu terminará
reconociendo. Puede ser una imagen, un recuerdo, un sentimiento, un sonido, una
persona o un sitio, paisaje, o hasta un animal. Las imágenes en cada cuadro
minan melancolía, un sentimiento indescriptible,
que toca las fibras del corazón, más allá de la simple Resignación. Y es que no se trata de aceptar las circunstancias
como son, o han ocurrido. Se trata de algo más allá de ello, y el director lo
manifiesta con brutal maestría.
Lo que ROMA ha conseguido es reflejar esa emoción inquebrantable que –como nación– nos ha mantenido de pie, de construir
tras el desastre con lo que tenemos en cada presente, la realidad que define
quienes seremos al día siguiente.
Y ése es quizá el legado conceptual de una cinta construida en la
imagen de un Pasado que se torna analogía de nuestro Presente: como mexicanos, llevamos tatuada en el alma
y la piel aquella certeza y Esperanza por la llegada de un nuevo amanecer, de
un reciente y renovado día.
Imagen tomada de la liga:
Escucho:
The fire rises | Hans Zimmer
The void | Atlantis || Steven
Price
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