Ha sido en medio de ellos, donde me he percatado de cómo he
nadado a contracorriente, la mayor
parte de mi vida.
Lo hice de niño, cuando me preocupé –a diferencia de los
niños de mi edad– por `cosas de adultos´.
Caminé en franca Resistencia
cuando estudié una carrera, desarrollándome en una profesión, `acorde a mis cualidades, pero no a mis
ideales´.
Diseñé un Programa Educativo en una institución educativa de
renombre, siempre en prejuicio de compañeros y estudiantes, quienes se
resistieron al Cambio y a la nueva
dirección, atentando contra mi trabajo y mi persona.
Me resistí a la Vida al grado de experimentar la Enfermedad, por nadar a contracorriente,
creyendo ilusamente que mi cuerpo resistiría la Fricción de ir en contra de todo a mi alrededor.
Comprendí que el tránsito a contracorriente no era más que
la Necedad de intentar cambiar por
fuera, lo que debía aceptar e integrar, por dentro.
Hoy sólo me resta mirar los atardeceres, contemplar las
bendiciones que me ha obsequiado la Vida,
y gozar de la Plenitud del instante presente.
El camino y los procesos hasta llegar delante de una
determinada panorámica, no se compara
con el segundo de detenerse y deleitarse con la imagen que tenemos delante.
Son esas instantáneas,
las que conforman los recuerdos que nos llevaremos dentro de nuestro espíritu y corazón, y a los que regresaremos en el justo momento, antes de
partir.
Escucho:
Trouble | Lindsey
Buckingham
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