Me agrada pasar estos días en familia.
Mirando desde el interior, por la ventana, hacia afuera, observando pasar atento a los niños –y a sus [ir]responsables padres– cómo saltan por las calles, buscando dulces.
Este año no participé en ningún Concurso de Calaveritas.
No encontré la Inspiración justa para hacerlo.
Estas fechas me agradan mucho, desde niño.
Desde que recuerdo, la Tradición del Día de Muertos ha traído una sensación, una emoción peculiar, a mi vida.
Y a pesar de que jamás salí a pedir dulces a las calles, siempre procuré utilizar el contexto emocional, producto de la Celebración, como pretexto para hacer esto, o aquello…
Cómo olvidar estas fechas importantes,
que traen consigo Alegría y muchos colores.
¡Cómo resistirse a los recuerdos fragantes,
de todos quienes ante la Muerte son deudores!
Me divierte mirar a los niños que tocan de casa en casa,
con sus rimas divertidas, pero con entonación escasa,
con la Esperanza de obtener un dulce o muchas galletas,
preguntándose por qué sólo les dan simples palanquetas.
Mirando por la ventana, de repente una sombra me asustó,
atisbando de reojo, descubrí que la Flaca por mí arribó;
vestida de gala, toda hermosa y elegante, el ojo me guiñó,
pero en lugar de responderle, mi espíritu se desmayó.
Remiel –mi perro– debió corretearla al verme en Peligro,
Cuando desperté, la Muerte, despavorida, había huido.
Sin saber lo que había pasado, cerré las cortinas, con cuidado,
Sólo deseaba zamparme un par de muerto, bien azucarado.
Porque gordos somos todos, no te hagas que la Virgen te
habla,
mientras lees esta nota, seguro estas sentado en una tabla,
comiendo tamales con chocolate, recordando que son los tragones,
quienes llenan sin pudor ni remordimientos, todos los panteones.
Mirando desde el interior, por la ventana, hacia afuera, observando pasar atento a los niños –y a sus [ir]responsables padres– cómo saltan por las calles, buscando dulces.
Este año no participé en ningún Concurso de Calaveritas.
No encontré la Inspiración justa para hacerlo.
Desde que recuerdo, la Tradición del Día de Muertos ha traído una sensación, una emoción peculiar, a mi vida.
Y a pesar de que jamás salí a pedir dulces a las calles, siempre procuré utilizar el contexto emocional, producto de la Celebración, como pretexto para hacer esto, o aquello…
que traen consigo Alegría y muchos colores.
¡Cómo resistirse a los recuerdos fragantes,
de todos quienes ante la Muerte son deudores!
con sus rimas divertidas, pero con entonación escasa,
con la Esperanza de obtener un dulce o muchas galletas,
preguntándose por qué sólo les dan simples palanquetas.
atisbando de reojo, descubrí que la Flaca por mí arribó;
vestida de gala, toda hermosa y elegante, el ojo me guiñó,
pero en lugar de responderle, mi espíritu se desmayó.
Cuando desperté, la Muerte, despavorida, había huido.
Sin saber lo que había pasado, cerré las cortinas, con cuidado,
Sólo deseaba zamparme un par de muerto, bien azucarado.
mientras lees esta nota, seguro estas sentado en una tabla,
comiendo tamales con chocolate, recordando que son los tragones,
quienes llenan sin pudor ni remordimientos, todos los panteones.
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