Acabo de [re]descubrir a Bon Iver, mientras asimilo una grata caminata alrededor de un Pueblo Mágico.
Hace años que no salía a caminar. Siempre lo hice solo, pero
hoy lo hice en compañía.
No interesa la presencia del contexto [arquitectónico] tanto como la Introspección.
Los espacios sirven
para habitarse, no tanto a ellos. Ya
lo descubría yo hace casi veinte años atrás, cuando visitaba por vez primera un
espacio sacro conventual.
La experiencia
transformó mi vida, radicalmente.
Ahora no suelo escribir ya, me refiero, escribir de forma
`comercial´.
No creo contenido como antes lo hacía. Quizá porque llevo –años– recluido en una especie de retiro
meditativo personal autoimpuesto, del que –tal vez– no salga
jamás.
Sólo he caminado un poco, disfrutado vistas, charlado
amenamente, y experimentado un Ocaso por demás hermoso.
Y en ese trance,
arribó Iver.
Irónico es que lo escuché en sus orígenes, pero no fue sino
hasta que se cruzó con James Blake,
que su Música me ha cautivado por
completo. Extraño es que, teniendo el sonido trance-electrónico reflexivo de Blake
–casi suena como él–, es que lo han nominado a mejor álbum del año, en los Premios Grammy en años recientes.
En fin, todos nos enamoramos de James Blake, sin duda.
Sólo pasaba por este sitio, y decidí escribir un par de
ideas al aire…
Sólo eso.
Escucho:
i,i | Bon Iver.
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