La tarde de ayer llovía.
Normalmente leo bajo la sombra del árbol de durazno.
Sobre la hamaca.
En el jardín.
En el patio del rincón, de la casa.
Con la compañía de un perro.
En realidad jamás pensé en un jardín enrinconado.
Mucho menos en la sombra frondosa de un árbol.
Jamás imaginé una hamaca.
Mucho menos la compañía de un perro.
No necesitaba nada de lo que ese espacio proyectaba.
Y la Vida reclama su propio Espacio.
No hubo trabajo.
He perdido algo querido.
Y me siento más que deprimido.
Pero el Espacio reconforta.
Por qué tan frío.
Por qué distante.
Por qué tan colorido -con colores de escuela Primaria-.
Tan libre como el libro me lo inspire.
Y comprendo que el Espacio es amplio, para albergar la Infinitud de mi propia Imaginación.
Es frío, para albergar el Calor de un perro que lo haga confortable.
Es distante, para permitirme aislarme en la necesaria Soledad de la Meditación profunda.
Jumper | Third Eye Blind