La profesión que elegimos es una decisión que, finalmente,
debe despertar en nosotros, satisfacción, por aquellas actividades e intereses
que haremos nuestros a lo largo de nuestra vida.
La mayoría de los individuos realizan su trabajo, ponen en
práctica su profesión, pero extraña es la vez en la que experimentan que dicha
profesión les lleva a crecer como personas.
No se trata de la profesión, sino de los motivos que nos
llevaron a seleccionarla como parte definitoria
de nuestras vidas.
Cada profesión posee una gama de circunstancias y valores que
llenan vacíos de nuestro espíritu, y
que permiten el desarrollo de cualidades
y conocimiento, que cada quien estima
posible, apreciable y único.
Muchas veces, falsamente creemos que el reconocimiento o su consecuencia natural, el poder, son valores que pueden ofrecernos en una profesión, el
camino a la felicidad y el éxito.
Quizá muchas personas consigan estabilidad y solidez,
asentadas en dichas bases, pero la mayor satisfacción es entregarse por
completo a la profesión, en todas las circunstancias y situaciones posibles, es
decir, amando a la profesión, no por los productos o riquezas materiales que
nos dé, sino, irónica y contrariamente, por los retos,
decepciones, frustraciones y metas que nos brinde, y que exige de nosotros,
encontrar esas habilidades, actitudes y valores, que nos lleven a convertirnos en soluciones sociales, no
sólo para los demás, sino también para nosotros mismos, consolidando bienestar y desarrollo humano en nuestra vida.
Imagen tomada de la
cuenta `twitter´ de @lUISP_o:
Escucho:
Babel / I
will wait / Ghosts that we knew // Mumford & sons
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