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miércoles, 23 de julio de 2014

Si en verdad existe el Amor

Varias veces se preguntó qué era el Amor.
Tras varios tropiezos, decidió que era momento de optar por la soledad.
Fue así que terminó con la última relación que tenía, y que había durado varios años.
Desilusión.
Frustración.
Profunda tristeza.

¿Qué es el Amor?
No lo es sólo el Tiempo compartido. Aquellos momentos que recuerdes en tu mente, y que alienten al corazón. Sólo recordarás posiblemente los recuerdos buenos, los que te arranquen una sonrisa y te hagan pensar que existía una posibilidad de un futuro, juntos.
No lo es desde luego los obsequios, las salidas, los detalles, los objetos, grandes o pequeños, las invitaciones a los lugares increíbles, añorados, recordados y únicos, en el sentido de que las vivencias sólo representan esa vivencia estando juntos en el espacio específico visitado.
Cuántas veces vemos lo que sólo deseamos ver. Cuántas veces creemos en el Amor como aquel concepto que han compartido con nosotros nuestros padres, abuelos, amigos, o ideales que hemos fabricado desde tiempos inmemoriales.
Las personas en nuestras vidas irán y vendrán.
Podremos no hallar en ninguna de ellas la posibilidad del Amor verdadero. Contar con una vida de irremediable e interminable búsqueda por un concepto que sabemos con incertidumbre que podría no existir.
¿Qué es lo último que recuerdas de tu más reciente relación? Fue la pregunta clave que el hombre formuló en ese momento.
—Los buenos momentos… Lo cordial de sus palabras. Sus abrazos. Su sentido del humor...

Sólo cosas buenas.
El Amor debes comprenderlo va más allá de eso.
Hoy recuerdas de igual manera los malos momentos, las disputas, las discusiones, su actitud, así como las últimas palabras que salieron de sus labios, sus celos, su mentalidad carente de sentido.

Silencio.

El Amor depende de uno mismo.
¿Que a qué me refiero?
Veamos.
¿Lo amas?
Si no encuentras la respuesta. Si titubeas en este momento. Si no sabes a ciencia cierta qué contestar, entonces el verdadero significado de esta relación es el fracaso.
Verás. El hombre se sentó cómodamente, para comenzar a bosquejar su historia.
Cuando encuentras a la persona que amas, que sabes con certeza que es con quien anhelas pasar el resto de tu vida, es porque has alcanzado un grado de madurez que llamo amor incondicional, que no es otra cosa que haber aprendido a vivir contigo mismo, a amarte a ti mismo.
La mayoría de las personas no han alcanzado este grado de amor incondicional cuando deciden unir sus vidas con la persona que `creen que aman´. La pregunta es si sabes por qué.

Silencio.
Bueno prosiguió el hombre, amar a alguien para toda la Vida, significa que primero te amas a ti mismo, tus virtudes, tus errores, que aceptas todos tus tropiezos, tus tonterías, tu manera de pensar ­sea cual ésta sea, y que estás dispuesto a compartir este amor, estas difíciles enseñanzas, el sufrimiento que te tomó rechazarte, confrontarte, dolerte, aceptarte, y amarte, si, compartir este dolor con alguien más.
Ahora todo comenzará a tener sentido. ¿Recuerdas por qué discutiste, qué fue lo que te hizo terminar con esa relación, con esa persona que amabas?
Algo dentro de ustedes se rompió.
Algo dentro de ti se rompió.
No es culpa de la otra persona, o culpa tuya…
Pero la decisión de ver más allá de eso, sí.
Esa decisión es sólo tuya.
La persona que amas cometerá errores. Muchos. A veces se comportará como un niño. En ocasiones sus celos serán insoportables. Otras veces no tolerarás su mal humor, o sus palabras, irritantes, o su simple presencia. Otros tantos momentos lo considerarás tan estúpido.
¿Sabes por qué fuimos diseñados para estar con alguien?
Es el camino que Dios pone delante para aprender a amarnos a nosotros mismos.
Tuviste una hermosa relación, ¿no es verdad? Me refiero, antes de encontrarte hoy en soledad, en molestia y tristeza con la Vida.
¿Hay molestia, enojo, furia, frustración?
Esos momentos, ESTE momento, te hace fuerte, te enseña que la Vida, que el Amor, no son perfectos. Que la persona que amas, en la que más confías, al igual que tú, no han alcanzado la meta, no se aman aún a sí mismos, antes de intentar amar a alguien más.
¿Cómo lo sé?
Si la actitud, si las palabras que despertaron esa discusión que hoy aún te genera dolor en el corazón, continúan presentes, entonces ellas son rasgos, son temores, son ideas que posees dentro, reflejo de tu propia persona, son errores, cualidades no pulidas que tú posees, y que la otra persona no hace sino mostrarte en toda su rudeza, en su ignorancia, en su desesperación por no ser capaz de amarse a sí misma, y, por lo tanto, sufrir ante la posibilidad de perderte.
Si tú, por el contrario, has sentido dolor al escuchar esas palabras dichas, al recibir esa actitud inmadura, es señal de que tú eres incapaz de igual manera de experimentar amor verdadero por tu propia persona.
Debes saber que tu aprecio, tu seguridad por tu persona es tal, que no habrá palabras o actitudes que puedan dañarte. Una relación es más que simple amor, es la decisión de ofrecer a la persona que amas, la capacidad y la opción de crecer como ser humano a través de ti, de tu madurez, de tu temple, y de todos los errores que, juntos, podrán descubrir y superar unidos.
¿Existe el Perdón?
Es una falacia.
Perdonar es caer en la ilusión de que la persona que ofrece el Perdón es mejor, más madura, se encuentra en un nivel superior de autoestima, que aquel a quien perdona.
¿Representa eso amarse a sí mismo?
Amarse a sí mismo no es perdonar, es encontrar la historia completa, la participación de ambas partes en un camino integral y superior, donde lo material, los sentimientos, las facetas, las apariencias, las críticas de los demás, no existen porque no interesan, donde ambos, tú, y la persona que amas, tienen tanto que ofrecer, tanto por decir, tanto que aprender juntos, mutuamente en un proceso donde amar incondicionalmente al otro es el trayecto mismo para mostrarse que se aman a sí mismos.

¿Puedes recordar un solo momento donde fuiste feliz a su lado?
—Sí…

Vaya dijo el hombre. Un atardecer.
Un momento hermoso.
Todo alrededor de ustedes es indescriptible. Lucen tan felices. Se miran plenos.
¿Qué sucedió? ¿Qué fue lo que los separó entonces?
¿La inseguridad? ¿El miedo?
La acción de vivir representa por sí misma miedo, temor, incertidumbre.
Y, sin embargo, decidimos mantenernos vivos. No terminamos con esa relación. La Vida es nuestra compañera hasta que morimos. ¿Y sabes por qué?
Así lo decidimos.
A veces son tiempos buenos. A veces son malos.
Imagina que aguardáramos hasta hallar a la `Vida´ perfecta con quien compartir nuestro tiempo pleno en esta Tierra.
No naceríamos…

A la Vida no la perdonamos. Simplemente la aceptamos, y aprendemos de ella.
Me agrada pensar que en el fondo la amamos incondicionalmente.
Y continuamos viviendo, creciendo, madurando, sobreponiéndonos a los obstáculos.
Con la firme convicción de ser felices. Prósperos.
De lograr nuestra plenitud.

¿El Amor existe?
Sólo en la medida de que así lo desees, y lo decidas.
El Amor no está en tal o cual persona.
Se halla dentro de ti.
Amarte a ti mismo significa amar a quien has elegido amar, y enseñar a esa persona a través de tus errores, aprendiendo tú de los suyos, a ser mejores.

Si la persona en la que hoy piensas te ha hecho sentir este gran dolor que experimentas en este instante, es que existe una gran lección que aprender, un cúmulo de errores que pueden transformarse en virtudes. Del tamaño del dolor y la herida, es el valor de la lección. Sólo tú puedes decidir si, salvando ese dolor, pueden ser capaces de encontrar el amor verdadero que anhelas.
Nadie dijo que las lecciones más valiosas y complejas serían sencillas.

Si la otra persona no será jamás capaz de amarse a sí misma, entonces todo está perdido.
Pero comienza arreglando primero tu situación. Tus sentimientos. Tu propio ser interno. Si lo haces, entonces podrás enseñar a quien amas, a sentir amor por su propia persona.
Si no es esta persona la indicada, date la oportunidad de aceptarla tal y como es, de aprender la lección que debes aprender de sus actitudes, palabras y valores, y dejarla ir sin dolor, sin rencor en tu corazón.
¿Puedes hacer eso?

La mujer miró al hombre. Reflexionó, en silencio.
Jamás se habían visto antes. No se conocían.
El hombre sonrió:
Yo creo que el Amor existe.
¿Podrás encontrarlo? ¿Puedes buscarlo dentro de ti?

Ella sonrió.
Tenía la más hermosa sonrisa que puedas imaginar.

Eva Arenita (cómo el hombre que ella amaba solía decirle) asintió.
El hombre que había compartido su relato, pudo ver en el brillo cristalino de su mirada, el reflejo tímido de cierta tonalidad de amor.
En verdad, el Amor incondicional se encontraba ahí, en ella, en esa mirada repleta de esperanza.
También sonrió.
Algo había cambiado.

Fotografía cortesía de:
Pedro Domínguez

Escucho:
God says nothing back / The Wallflowers

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