Cada nuevo grupo que ingresa a la
Universidad posee sus peculiaridades. Un puñado de aspirantes que comienzan una
travesía para cumplir su objetivo de ser profesionistas. En este caso: ser arquitectos.
Cada grupo de ellos nos ha traído
satisfacciones, retos y lecciones aprendidas, además de recordarnos momentos
del pasado donde emprendimos de igual manera retos y proyectos que
transformaron nuestra vida como jamás se imaginó.
La empatía nos ha permitido vivir momentos únicos e inexplicables con
ellos. Muchos de ellos han sido relatados a través de este espacio a lo largo
de los años.
Todo comenzó –tal vez– con un grupo
cuyos integrantes vivieron una íntima y profunda relación de hermandad, que nos
legó una lección imprescindible de unión y lealtad. A partir de entonces,
abrimos la responsabilidad de la tutoría
a grupos completos, cuando solamente estábamos acostumbrados a realizarla
con estudiantes en específico.
Hemos aprendido al paso del Tiempo, que cada persona, y, –por ende– cada grupo de ellas, poseen
circunstancias y necesidades particulares que definen las variables de la
interacción humana.
Escribimos esta nota para
recordar lo que hemos aprendido, y lo que nos ha traído grandes satisfacciones, como profesionista,
al igual que como ser humano. Y para
agradecer al grupo tutorado en turno.
La idea ni siquiera pasó por mi
mente. Todo surgió sobre la marcha, inspirados por la naturaleza del momento. Ser
director técnico. Jamás lo hubiera planeado.
Finalmente, la esencia era sólo
una: disfrutar el momento.
Estamos acostumbrados a ganar o
perder, a estar correctos o equivocados, a hacer las cosas bien o mal, a
acertar o cometer errores. Pero jamás somos capaces de ver la esencia, el secreto de las cosas, de la Vida misma: disfrutar todo aquello que emprendemos.
Hacerlo en equipo es doblemente
responsable y divertido, porque las metas, ideales y objetivos
diversos se unifican en una sola dirección y cometido. En lo personal, no
pienso jamás en ganar como última opción. Por lo menos no en el sentido de competición. Para mí, ganar es entablar
una comunicación única e inquebrantable con aquellos con quienes se enfrenta el
reto.
Ser director técnico por una hora
fue indescriptible. Y mirarlos consolidarse como potencial equipo deportivo fue
una visión que me ha inspirado. Cada momento vivido deja en mí secuelas,
programas, planes, proyectos que, aunque tarden en materializarse, modifican
nuestra manera de ver y vivir el mundo.
Gracias por el momento.
El temor a la barba, los
bloqueos, los gritos gorilescos, los
pasos de baile-disco, y la afirmación de que Cristo está con nosotros, me harán reír por mucho tiempo.
Ha sido una vivencia que jamás se
olvidará.
Gracias por eso.
Gracias por eso.
Escucho:
Love me two times / When the Music's over //
The Doors
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