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domingo, 11 de octubre de 2015

Experiencia y Realidad

Han sido días de lecciones fuertes. Han sido días únicos en todos los sentidos.
Aprendí, más de catorce años después de concluir mi carrera, lo que realmente es ser un arquitecto. Qué hermosa es la Arquitectura, y qué grandiosa responsabilidad llevarla prendida de mi alma.
La visión descubierta, el Espíritu de las personas circundantes, la panorámica infinita, imposible y majestuosa que se abrió ante mis ojos.
Y el don de participar, de conformar una pequeñísima fracción de realidad, junto al esfuerzo de otros. No tener una visión ególatra o protagonista. Aprender de quienes te rodean, aprender de aquellos a quienes diseñas.
Ser arquitecto es un privilegio sólo equiparado quizá al de ser Médico. Ellos garantizan tu Salud y velan por tu Vida. Los arquitectos diseñamos la Realidad para garantizar el desarrollo pleno del Espíritu Humano.
Hoy agradezco por los detalles inesperados, esas insignificantes cosas que nos hacen humanos. La compañía, las palabras, las charlas no planeadas, los instantes sorpresivos. Porque un abrazo robado y una palabra sincera al oído llenó más que un recurso, resultado o un producto obtenido.
Se dibuja ahora la interrogante obligada en la mente:
¿Qué viene a continuación tras lo vivido?

Escucho:
Believe / Mumford & Sons

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