Hace tiempo que no escribo.
Hoy deseo hacerlo, para compartir
lo que ha acontecido en los últimos meses en mi vida.
No ha sido sencillo proseguir con
la caminata en la vereda. Nada sencillo. Sin embargo, gracias a personas,
algunas circunstanciales, algunas otras seres estimados que han demostrado su
amistad, y algunas más completas sorpresas que han brindado motivación y
dirección, es que nos hemos levantado, para intentar continuar transitando este
camino.
Hoy –precisamente–, meses
después de considerar la decisión que ha cambiado la perspectiva de existencia –una vez más– es que retomamos este diario.
La clase de Diseño de hace un par de días ha sido indescriptible. Comenzó
siendo un terrible reto. Admiro en lo que se ha convertido. Ha mutado, como
todo lo que por estos días percibo. No cabe duda que regresar a las aulas ha
representado mucho más que una simple terapia para reencontrar lo perdido,
tanto en lo exterior, como lo relacionado con nosotros mismos.
El recién concluido año ha dejado
desastre a su paso, pero debo decir que este día, tras semanas de haber estado
dentro de la oscuridad más profunda de toda la travesía y sus consecuencias, es
que comenzamos a ver la delgada línea de Luz a la lejanía.
La barba ha salido blanca. Todos
me preguntan la razón de ella en mi rostro. Comenzó como una evidencia de la
más profunda depresión tras las circunstancias personales, para después
quedarse anclada en el rostro de manera definitiva, como parte de nosotros, tal
vez como recordatorio de que `aquello que no te mata…´.
¿Más fuerte? Tal vez traducido
como “más irónico”.
La despedida ha sido lo más
terrible de las cosas. Esa relación de codependencia en la que se había
convertido mi vida, era una situación que decidí concluir, de una vez y por
mucho tiempo –lo espero–. Debía recuperar el fragmento de mí
[o todos ellos] y los trozos que se perdieron a lo largo y ancho de la vereda
del Espacio y Tiempo transcurridos.
En este momento existe mucho por
compartir, como arquitecto, como escritor, como ser humano.
El año transcurrido dejó
catástrofe a su paso, pero también me enseñó la amplia y profunda gama de
lecciones aprendidas, y lo valioso que he crecido como profesionista y ser
humano. Soy afortunado por las oportunidades que se me dieron, lo mucho que
maduré en varios sentidos, además de sentirme dichoso por haber estado en
situaciones privilegiadas, donde pocos habrán estado, o podrán estar, y haber
compartido tiempo, charla y compañía con verdaderos personajes.
Al final del día regreso a lo
mío: las aulas.
A continuar el cambio desde la
plataforma desde donde mejor sé hacer lo que sé hacer.
La perspectiva y la realidad han
cambiado radicalmente, sí. Duele respirar tras haber comprometido los pulmones.
La sangre duele en su circulación a lo largo del cuerpo, es verdad, pero me
siento bendecido de encontrarme donde me encuentro.
Como lo he escrito en analogía, `el cretino me enseñó a envejecer, pero con estilo´.
No me arrepiento de nada. Me
siento maduro de diversos modos.
Sólo regreso al origen, para
reinventarme desde cero, y comenzar
un nuevo ciclo, aguardando que, desde el principio, la Vida me lleve por otros
lados.
Es a lo que venimos, ¿no? Cada
vida recorremos los mismos caminos, concluimos en los mismos sitios, todos
irremediablemente morimos. Lástima que hay quienes lo olvidan, y pierden el
tiempo viviendo de instantes simples, y metas superfluas y vacías, creyendo que
humillar a otros los hará ganar respeto.
Prefiero desistir de la necedad
de no ser lo que siempre he deseado ser.
No importa cuánto duela.
Escucho:
Politics aside / Everything but the Girl
Blue moon / Beck
Cinema Paradiso [Live audio from The Wilshire
Theatre] / Chris Botti
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