.

.

viernes, 26 de agosto de 2016

Bitácora de Vida


Lo que aprendí en el reciente viaje, tiene que ver con la perspectiva de cómo vivir, cómo comprender la Existencia, las circunstancias, y el tránsito por la Vida. Cada travesía es una analogía, en ocasiones una metáfora, que en cada fase, nos ha dejado lecciones, a través de vivencias y momentos únicos, que han ampliado el horizonte, la manera de percibir las cosas. Cada viaje ha traído consecuencias, reflejadas en proyectos, a veces arquitectónicos, a veces textos transformados en libros, otrora fotografías, vídeos, o demás evidencias que hemos compartido por diversos medios.

En esta ocasión no fue la excepción. ¿Habrá algún producto tras la vivencia de lo que paulatinamente asimilamos y comprendemos? Es muy pronto, o muy tarde, para saberlo.
Hace meses descubrí que la Salud se encuentra afectada por una situación que ha transformado, ha comprometido nuestra vida. Es sarcástico, irónico, sorpresivo conocer que tus expectativas de existencia de repente se encuentran limitadas de formas que no puedes entender, y en un primer momento, aceptar. En momentos como éstos, cuestionas lo que has hecho a lo largo de los recientes años, y en mi caso de qué me sirve ser arquitecto, escritor, hombre, catedrático, nadador, o cualquier título que quepa en este renglón y que complemente los ejemplos dados.
Me separé de todo aquello que valoré como inútil y falto de sentido tras una noticia de considerar posibles décadas, como años, como meses. Renuncié a mi trabajo dentro de mi área laboral, que me vio crecer más allá de trece años, aunado a la indiferencia de las personas con quienes debía laborar a diario. Tras diferencias, y desacuerdos en las decisiones no fundamentadas y carentes de dirección, entiendes que la Vida no es la misma para todos. Quizá los demás tengan tiempo para invertir en conflictos y en situaciones vanas, relacionadas con el poder, el castigo, y la satisfacción de dominarlo todo, sin empatar con nada o nadie, sin atisbar la opción de desarrollo, de comprender que podemos mejorar si trabajamos en conjunto, si nos abrimos a aprender de quienes nos rodean, sin tacharlos de ignorantes o estúpidos. Por más de un año fueron los calificativos que escuché día tras día.
Me alejé de la Arquitectura, tomando la decisión de no diseñar o construir más, porque el tiempo y los recursos debían ser re-direccionados a salvaguardar la integridad física, forzado todo por las circunstancias experimentadas. Durante más de diez años compilé excelentes experiencias en la práctica profesional y disciplinar, aprendiendo sobre la Construcción y la Supervisión, en valiosas lecciones y retos disciplinares donde pude hallar resoluciones con apoyo y colaboración de personas sabias, honestas y comprometidas, de quienes aprendí y valoré esa faceta práctica de mi carrera.
Cuando tu vida sufre un revés de esta envergadura, las reestructuraciones son necesarias. Tienes dos caminos, continuar sin cambio alguno, aceptando que las cosas no pueden mejorar, resignándote cómodamente a que las circunstancias se corromperán sin que puedas hacer algo al respecto, con la idea de que cualquier esfuerzo por tu parte no conseguirá modificar lo que ha sido durante tantos años. Ése es el pensamiento confortable que la gran mayoría de las personas tienen de la vida y de todo cuanto les rodea, cayendo en la mediocridad y en la seguridad del fin de las cosas y la perpetuidad de la corrupción e indiferencia.
El otro camino el más difícil y complicado es replantearte por completo como ser humano, quién eres, lo que realmente eres capaz de hacer, y generar un punto de inflexión, para reestructurarte y reestructurar la perspectiva de todo lo que te rodea.

He mirado la reacción de lo que esto conlleva. La envidia, el rencor y el disgusto de quienes alguna vez te conocieron. Agradezco la confianza y la compañía de quienes me han mostrado el lado contrario, recordándome con un simple gesto que a veces es un milagro ante mis ojos, que la Vida vale la pena, que el esfuerzo no tiene fecha de caducidad y un simple abrazo, una sonrisa, o una solicitud para platicar de lo que acontece en el trasfondo personal, es el camino hacia la plenitud y el desarrollo personal, sin importar el desenlace corporal, biológico y físico ya escrito en tu cuerpo.
Al final del día, meses después del inicio de la tormenta más oscura y densa que he vivido hasta ahora, las personas que más amo están conmigo, las compañías sorpresivas de quienes no imaginaste o no conocías te abrazan y cobijan, y la Arquitectura me muestra que la Construcción no lo es todo en la Vida. Idiotas somos si pensamos que el ser zapatero sólo involucra reparar los zapatos. Ser un verdadero zapatero es la analogía incomprendida de saber andar por la Existencia, reparando con cada paso, las decisiones tomadas, las no tomadas, y las que dejamos que los ignorantes disfrazados de conocedores, nos impongan.
Cuando se me solicitó rediseñar el programa que hoy opera, comprendí que mi profesión no representa sólo un campo. Inútil es hacerles ver a los demás que una asignatura que no miran sobre el papel no significa que la preparación de miles de futuros arquitectos se ha ido al carajo. Irse al carajo con la actitud y las perspectivas mediocres que destilamos en todo momento es lo que lleva al desastre, pero ahora no me bajan de inútil y pendejo. Cansado estoy de caminar por los pasillos y ser señalado como el responsable de una decisión no tomada, o que nadie quiso tomar, pero de la que ahora todos se quejan. Es la actitud más sencilla. La más cómoda.

El viaje realizado con el que inicio la narrativa de esta nota me enseñó que nada es eterno, que  lo que diseñamos va más allá de lo que construimos, porque lo construido alcanza niveles de existencia que sobrepasan nuestras inútiles capacidades como seres humanos y arquitectos, siendo nuestro nombre un sinónimo de pequeñez, que nada tiene que ver con las valoraciones que las personas harán de aquello que ideamos. En la mayoría de los casos, ni siquiera estaremos para valorar el resultado de todo cuanto hicimos.
Pero eso no se enseña en los programas educativos. Esa difícil lección de afrontar, de confrontar con la Muerte, con lo efímero que la Vida representa. Porque sufrimos cuando nos vemos limitados físicamente, por circunstancias que no tienen respuesta o tratamientos, alternativas qué seguir para perpetuar nuestra existencia. Y pensamos que el éxito es ser un profesional, imponer nuestra voluntad e ideas a los demás, e invertir en lo material como si la Vida durara para siempre. Que no nos falte el trabajo, el dinero, la casa, las comodidades.
Pero, ¿qué hacemos cuando nos falta la Vida?
Gracias a Pepe y su familia, a Armando, a Edna, a Kathy, a Alberto V., a Jazmín, a Alejandro, a Fernando V., a Florina, a Montserrat, a Miguel N., a Diana, a Carlos, en último momento a Diego, y a tantas personas durante las últimas semanas, por mostrarme lo que realmente importa. Lo olvidamos siempre, hasta que algo radical y sorpresivo nos recuerda para qué venimos a esta Tierra. Y entonces despertamos, aunque parezca ser muy tarde, nunca lo será si reflexionamos y recapacitamos.
Finalmente entendí la sencilla pero poderosa lección que reza: Nunca tendremos lo que queremos, pero sí lo que necesitamos.
El fracaso en el campo que quieran, incluida la pérdida de la oportunidad de Vida no existe.

Escucho:
Ouroboros | Álbum por Ray LaMontagne

No hay comentarios:

Publicar un comentario