Una obsesión el escuchar los
silencios implícitos, puestos cuidadosamente sobre lo que hoy son ruinas.
Vestigios de ciudades. Recuerdos culturales.
Memorias de antiguos poemas que hoy son llevados por la brisa de los
atardeceres.
Y abandono.
A veces despierto pasada la
medianoche. En ocasiones al alba. Sólo para preguntarme cuántas ciudades, muros
y estructuras antiguas de México
faltan aún por visitar. Y aguardan. Me esperan. Y no sé si arribaré a ellas.
Me esfuerzo por vivir. Me empeño
por mantener la tradición de soñar con las antiguas creencias, de creer en las
antiquísimas costumbres, de mirar los cielos, dejarse guiar por las estrellas, de escuchar las rocas habitadas y
habitar el espíritu que late en mi
interior, como un fragmento de Verdad, de ese brillo de fantasma, que hoy se
pierde en el Olvido, pero que vive para siempre.
Escucho:
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