Nunca dejaré de ser arquitecto.
Una profesión que, entre la lista
de opciones, no se encontraba en la cúspide, y que terminó por tomar el lugar
de dos profesiones que se encontraban por arriba de ella.
Aún distante de los escenarios
académicos o profesionales, aún, de vez en vez, me llegan propuestas o
solicitudes para el diseño o intervención de espacios arquitectónicos.
Esta tarde –precisamente– me
encuentro aguardando en el despacho para la entrega de una de las recientes
solicitudes, gracias a un proyecto consolidado hace años, que, aún a la
distancia, trae consigo oportunidades.
Me parece irónico que –para bien, o para mal– nunca dejaremos de ser lo que en
algún momento nos convertimos.
Ser arquitecto es una de esas
cosas. No importa el Tiempo que transcurra, o que no te dediques más a ello,
jamás dejarás de serlo.
Mientras haya oportunidad, podré
llegar a convertirme en un par de anhelos más, que siempre he llevado conmigo
como sueños.
Además, lo que la Vida me ha
enseñado por estos meses, es que los planes están hechos para hacerse, y romperse…
Escucho:
Turntable | TLC
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