Hace unas horas charlaba con Alejandro Moctezuma, arquitecto del que
fui profesor tiempo atrás. La plática reflexiva, me hizo centrarme en mi actual
presente, y en la dirección que aún no he definido, y que por consiguiente, no
sé cuál sea.
En ocasiones requerimos tiempo
para detenernos y reencontrar quienes somos. A veces ese tiempo es breve, otras
es eterno, larguísimo, y en otras ocasiones extraordinarias, dura lo que resta
de vida.
Ese tiempo sumamente personal,
íntimo, y de lentísimo acontecer, sirve para sentarse y observar detenidamente
las nubes, ver transcurrir la Existencia, y experimentar el pausado aliento y
la respiración que el Universo emana en su andar. Extraña es la vez en que
somos conscientes de ese ritmo peculiar y único, que nos regresa al Presente, que nos obliga a rescatar lo
que en verdad vale la pena.
Gracias a amigos cercanos, como Alejandro, quienes sutil e
intencionalmente se presentan para motivar mi mente e inspirar las entrañas de
la Creatividad con proyectos
radicales y sumamente experimentales (como los que definieron mi labor a lo
largo de los años siendo catedrático y arquitecto), es que me hago las
obligadas preguntas relacionadas con la dirección que seguiré tras finiquitar
los obstáculos presentes.
Abigail Sánchez, otra arquitecta a la que impartí clases, fue más sutil al respecto.
Me sorprendo de lo bien que me
conocen estos amigos íntimos, cuando yo mismo he llegado a la conclusión de que
no he mostrado mucho de mí mismo. Pero –desde
luego– estoy nuevamente en un error.
Un pequeño obsequio de Abigail, altamente valorado por mí, me
ha hecho jugar de nueva cuenta con mi pasado, sacar el espíritu de arquitecto que llevo dentro, y construir y rediseñar con lo que se tiene; más bien,
con lo que no se tiene. Las piezas se me acabaron al dar forma a una hermosa
réplica del Big Ben –uno de los monumentos arquitectónicos
favoritos del Mundo–, lo que me obligó
a concluir la obra con las piezas con las que contaba. El resultado: una de las tardes más amenas y divertidas en
muchísimo tiempo. Gracias por eso, Abi.
Gracias a ambos, Alejandro y
Abigail, porque con momentos como éstos, donde cada uno de ustedes me solicita
de una manera peculiar, regresar a lo que alguna vez fui, con peticiones
sutiles, delicadas, disfrazadas, casi
ocultas, que demandan la reflexión, y la auto valoración y el redescubrimiento.
No cabe duda que ustedes me
conocen más de lo que imaginé o puedo llegar a confesar.
A veces me pregunto qué haría sin
su compañía, sin su amistad.
Gracias por estar, por dar un
golpe en el momento justo, en la fibra del ser indicada.
Gracias a la Vida, por esas
personas que te tienen presente, que te brindan tu espacio y tiempo, el
necesario, y que, cuando menos lo esperas, te obsequian una sutil sacudida, un
golpe que te hace salir de tu ensimismamiento, y regresar a realidad, o, por lo
menos, comenzar a replantearla una vez más.
NOTA:
La fotografía de la estructura final del Big Ben no aparece en esta publicación. En el momento de escribir esta nota, aún definía cómo utilizar todas las piezas sobrantes (y cómo potenciar el vacío de las faltantes), para no dejar ninguna libre, y apegarme lo mejor posible a la réplica original.
NOTA:
La fotografía de la estructura final del Big Ben no aparece en esta publicación. En el momento de escribir esta nota, aún definía cómo utilizar todas las piezas sobrantes (y cómo potenciar el vacío de las faltantes), para no dejar ninguna libre, y apegarme lo mejor posible a la réplica original.
Escucho:
New year's day | Surrender || U2
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