Volvemos a las reseñas de álbumes que vamos encontrando por el
camino por estos días.
Toca el turno –de nuevo– a Sir Paul McCartney,
con su reciente proyecto, tras haberme sorprendido con su álbum New, hace aproximadamente cinco años.
Quizá poner atención en el
trabajo de McCartney responda a la
tendencia de volver a mirar propuestas clásicas
de artistas y grupos como Pink Floyd,
The Beatles, Led Zeppelin o David Bowie
(por nombrar algunos), sin embargo, la propuesta del ex–beatle posee una
frescura, simplicidad y honestidad que me han conmovido.
Mucho ha hablado el autor sobre
la concepción y la estructura
conceptual del álbum, pero, una vez que se escucha, no se percibe hilo conceptual
alguno que integre y muestre sentido o congruencia al puñado de canciones que
conforman este proyecto. No compararé con ninguno de los álbumes de The Beatles, sin embargo, Egypt Station –que tiene un intro y un tema de cierre que pretenden ser las llaves de entrada y salida al
concepto– no consigue seguir esa
dirección.
El reciente trabajo de McCartney –sin embargo– vaya que cuenta con una excelente y prodigiosa producción, a
cargo en su mayoría, por Greg Kurstin.
Los instrumentos que sobresalen en esta perfección interpretativa son el piano, la guitarra y las voces o
coros, que logran conformar las circunstancias acústicas de simpleza y
Belleza que suelen acompañar las composiciones de McCartney, quizá desde la creación
de su clásico: Yesterday. Repeticiones, juego y voces rasgadas y
agudas, guitarras `sucias´, y ciertos
coqueteos con sonidos electrónicos, brindan a las canciones elementos clave de
personalidad y toque contemporáneo, lo que permite que McCartney se mantenga
actual, ya en su séptima década de existencia.
Y es que vengo de escucharlo tocar
la batería en Sunday rain, incluido en el Concrete
and Gold de Foo Fighters,
manteniéndose vigente, sin importar el ritmo casual y armónico que le
caracteriza, pero con energía e Intención suficientes para continuar publicando
material de autoría original.
Llevo tres ciclos escuchando el
álbum, y aún descubriendo ambientes y matices sonoros. Pero algo es seguro:
definitivamente es una colección de canciones bien escritas y excelentemente
producidas, que mantienen la línea definida por New, pero que corren mejor suerte, aspecto que el reciente álbum de
Justin Timberlake: Man of the woods –por citar un ejemplo con similares circunstancias– no consigue ni un poco…
En unos días llega a mis manos el
cd en físico de Chaos and creation in the backyard, considerado quizá el mejor
álbum del autor posterior al año dos mil,
donde decide trabajar con la mente maestra de Nigel Godrich, tan acostumbrado a la producción conceptual y electrónicamente creativa.
En fin, considero que Egypt Station –cuya portada (creación del mismo McCartney) no le ayude mucho en
un interés visual en un primer momento–
tiene los elementos para ser un álbum de calidad, donde McCartney deja claro su
potencial y energía creativos, que siempre ha demostrado, desde sus días en
aquella travesía con The Beatles.
Escucho:
Hand in hand | Come On To Me || Paul
McCartney
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