Vencer el Miedo no es sencillo.
Para hacerlo necesitas
enfrentarte a él una y otra vez. No bastará una sola vez para salir triunfante.
Es irónico, porque quizá un
instante fue suficiente para generarlo dentro. Ese momento ruin donde el cuerpo
y la mente sucumbieron a la circunstancia, o circunstancias que te hicieron
caer hasta llegar a lo más profundo del abismo, donde hoy te encuentras.
Para salir de esa cueva oscura,
deberás armarte de Valor, pero
sobretodo, de Intención, de esa
extraña Voluntad, deseo perpetuo y
constante de mantenerte iluminado por la Luz,
para dejar de ser bañado por las sombras.
Deberás ser perseverante y fuerte,
porque, antes que otra cosa, tendrás que dominar cada parte de tu cuerpo, para
lograr la meta.
La Disciplina es esencial, en todo sentido. La mente por sí sola no
será capaz de romper las barreras de la Oscuridad.
Serán luchas que durarán días y
noches, más allá de los que puedas imaginar.
Habrá derrotas, días malos, donde
te sentirás quebrado, impotente, incapaz de cumplir los propósitos que hayas
establecido, y donde decidirás que no puedes continuar, que las adversidades lo
pueden más.
En esos momentos de dolor,
hallarás motivación, palabras o aliento de quienes te miren luchar. Habrá quien
te inspire a no rendirte, porque ve dentro de tí, un potencial oculto que ni
siquiera tú mismo puedes vislumbrar al horizonte.
No te rindas, no desistas. Sigue
adelante, siguiendo los pasos de quienes van delante. A veces alguno de ellos
aminorará el paso para dejar que te acerques a él, y puedas saber que las
distancias y el esfuerzo, es algo que se consigue sólo si mantienes el deseo de
no rendirte.
No te detengas. Cuando menos lo
esperes, habrá alguien a tu lado, o detrás de tí, para presionarte a continuar,
a exigir a tu cuerpo y a tu mente más de lo que jamás les has exigido, y es
entonces que mirarás Luz al horizonte. Descubrirás partes de tí que nunca antes
invocaste, movimientos de tu cuerpo que jamás imaginaste, y actitudes de tu
mente que te mantienen dentro del campo de batalla, porque cuando ves que tu
cuerpo avanza y se despega de la superficie donde caminas, comienzas a creer
que es posible vencer aquello que te mantiene atado al suelo.
Elevarte, extender los brazos y
las alas, y alentar el vuelo, ese suave, pero hermoso movimiento, donde sientes
que fluyes de forma natural con el mundo, con tu ser y con las Intenciones que
trazaste para hallar sentido a lo que eres, lo que piensas, lo que sientes.
Y descubrirás que volar –aunque sea por unos cuantos pocos
metros– te devolverá la ilusión y el placer por continuar por el sendero de tu vida.
Esa sensación de Libertad es el alimento que vuelve eterna a la esencia de tu espíritu.
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