Hace algunos días, me aventuré en una travesía hacia el sur
de México, a la zona maya del Estado
de Chiapas, que visité hace cerca de
siete años.
La zona maya siempre ha despertado cierta obsesión en mí,
por hallar en esta cultura –y en el
resto de las culturas prehispánicas–
respuestas metafísicas a muchísimos
aspectos de mi vida [mis estudiantes de Historia
del Arte y Arquitectura Mexicana I no me dejarán mentir].
El viaje más reciente que hice me brindó esas respuestas a
cuestiones que no se hallaban claras. No fue como lo pensé en un principio. No
hay planes de escribir tras esta travesía. Al contrario de el resto de los
viajes realizados, no existe un proyecto literario inspirado por el recorrido,
sino más bien la certeza de consolidar aquellos ya esbozados, y que –sí, debo confesarlo– guardan cierto temor a su
publicación, por considerarse de tema no arquitectónico, y sí más filosófico y metafísico.
De Chiapas visité
esta vez San Cristóbal de las Casas,
que no me dejó mucha Arquitectura para
analizar, pero sí montones de valoraciones culturales que han trastocado la
existencia. Las zonas naturales son hermosas en todo el sentido de la palabra,
y la gama de vistas y fotografías capturadas me han dado un buen pretexto para
sentarme, reflexionar, y elegir las imágenes por largo rato, que compartiré en
este espacio en las siguientes semanas.
Escucho:
Love is the
seventh wave / Sting
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