No estoy molesto con la Arquitectura.
Ni siquiera pienso que me ha hecho perder el tiempo, porque sinceramente no es
así. Ahora que nos despedimos, me doy cuenta de cuán agradecido estoy con ella,
por permitirme aprender a desarrollar ambos hemisferios
de mi cerebro. Gracias a que durante doce años la ejercí
ininterrumpidamente, pude ser capaz de diseñar y construir una metodología
personal única y flexible, la cual retomo ahora, para comenzar nuevas y
distintas etapas en mi vida.
Gracias a la Arquitectura,
comprendí cómo funcionan las cosas.
No me refiero a alguna en especial, sino sencillamente a cómo funcionan.
Ahora, con una libreta en mano, un cúmulo de estrategias y
técnicas por aplicar, y un puñado de experiencias por venir, estoy listo para
dar los siguientes pasos.
Como lo he dicho en notas anteriores, la Arquitectura es –y será siempre– una parte fundamental de mí, que me define en cierto modo y nivel.
Los últimos seis años fueron –definitivamente– un
grupo de circunstancias que cambiaron drásticamente mi existencia, hasta las
decisiones tomadas hace poco tiempo atrás.
Con todo, la Arquitectura está ahí. Y estoy contento porque
sé que siempre estará, y que me permitirá ir en su búsqueda, cuando yo requiera
respuestas, cuando más la necesite.
Escucho:
Strong
enough / Sheryl Crow featuring Dixie Chicks
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