Desde que escribiera, años atrás,
el libro 12 campanadas hacen un reloj,
descubrí que viajar es una pasión que alimenta al espíritu de diversas maneras.
Nunca me quedó claro si escribir el libro fue producto de los viajes, o éstos
motivados por la aventura de escribir sobre la experiencia de conocer nuevos
sitios.
Caminar por las calles de las
ciudades, vivir los atardeceres, respirar el aire e identificar los olores de
cada amanecer, en lugares diferentes, son pequeños placeres que me hacen sentir
extraordinariamente vivo.
Me ha quedado claro que viajar
representa de igual manera un esfuerzo, un cambio de rutina y vibración
energética que afecta mi ser entero. Disfrutar de la panorámica cultural,
natural e ideológica, bien lo vale.
Es a últimas fechas que me tomo
fotografías en los espacios visitados. Quizá porque la Arquitectura ha dejado de ser la prioridad en mi campo de percepción,
y me he enfocado un poco más en la naturaleza humana que le otorga vida y
sentido.
Visitar sitios desconocidos
plantea retos al cuerpo, a la mente y al espíritu, por igual. Me saca de todo
contexto, y, por algunas horas o una serie de días, me lleva a vivir
experiencias nuevas e inolvidables, que –personalmente– me hacen conectar con mi parte frágil
y humana.
Escucho:
Madness | Muse
Charlie Brown | Coldplay
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