Los límites y los obstáculos son
sólo producto de nuestra mente.
Es cierto que las adversidades
existen, y que las circunstancias podrán en algún momento plantearnos retos,
sin embargo, depende de cada quien confrontarlos. Este año en especial fue un
año complicado en muchos sentidos. Agradezco que el punto álgido de mi propia crisis
se diera tan solo a mediados del segundo mes del dos mil diecisiete, lo que me dejó cerca de diez meses para
afrontar lo inevitable, y asimilar la dura realidad.
Con mi cuerpo decayendo de manera
crónica, y con una seria depresión y descenso en el ánimo, me planteé como meta
trabajar sobre él, su fortaleza y resistencia, planteando dos actividades para
lograrlo. La Natación, que este año
cumplió su décimo aniversario en mi vida, y el Ciclismo, que representó una dura lección personal que inicialmente
me golpeó a la cara por hacer evidente mi falta de constancia en mí y mi
capacidad de tomar riesgos. Carecía por completo de estima en el ámbito físico,
y temor a plantearme nuevos obstáculos, por creer solamente en mi debilidad, y
jamás en mi propia fuerza.
La primera invitación a cumplir una
ruta de ciclismo de más de veinticinco
kilómetros y altitud de dos mil
ochocientos metros vino en abril, cuando mi hermano, seguramente al verme
deprimido, intentó alentarme a continuar y luchar por una recuperación física
difícil y médicamente no alentadora. Lo miré, me quedé quieto un momento, y
sólo le dije que me diera algunos meses para entrenar por mi cuenta, y convencerme
a mí mismo que deseaba continuar adelante.
Con un entrenamiento ciclista
urbano de cerca de cincuenta kilómetros a la semana, y poco más de cuatro
kilómetros en natación, además de un cambio de bicicleta, recorridos, y
constancia y decisión, emprendí la lucha contra diagnóstico de mielodisplasia y pérdida de condición
física, trabajando a contrarreloj con mi cuerpo, que hasta la fecha presenta
degeneración celular.
Ocho meses me tomó considerarme
listo para un primer recorrido con características que no imaginé jamás tomar.
Mis expectativas personales al
iniciar el recorrido no eran muchas, pero, gracias al apoyo de las personas que
quiero, y que me han tenido infinita paciencia y me han alentado y, sobretodo, respetado
mis decisiones y tiempos, logré concluir hoy el recorrido, rompiendo un récord
de tiempo en distancia, incluso.
Aún siendo inciertas las
condiciones médicas y físicas que me rodean, agradezco que mi crisis personal
haya acontecido a inicio de dos mil diecisiete, lo que me dio tiempo suficiente
para plantarme delante de mí mismo antes del cierre de año, mirarme a los ojos,
y convencerme tras circunstancias y decisiones adversas, de que no desistiré,
porque el deseo de continuar prevalece y gana a todo lo demás. No tenemos la
vida asegurada, pero sí la capacidad de decidir cómo afrontarla.
El Tiempo, las circunstancias y
el Universo, definirán el resto.
Escucho:
Going under | Evanescense
Keep me in your heart | Warren Zevon
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