A veces extraño los lugares
visitados.
En ocasiones el corazón llora por
imágenes específicas, ambientes sonoros o visuales únicos, que conmovieron mi ser
de maneras que me cuesta trabajo expresar o relatar.
Y existen momentos
extraordinarios –como el retratado
en la fotografía– donde el ojo pudo
sincronizarse con el azar, y captar un instante que jamás volverá a suceder.
Es entonces que continúo
caminando, habitando, reflexionando
los espacios y sus tiempos. Y permanezco atento a lo que acontece, no sólo en
el exterior, sino en el interior de mí mismo.
No deseo perder detalle de la metamorfosis que acontezca.
Escucho:
Endgame | R.E.M.
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