Transitar el Espacio ha sido
siempre una experiencia de las favoritas en mi vida. Las circunstancias me han
llevado siempre por caminos diversos, y cada año ha sido siempre distinto al
anterior. Así, cuando regreso a sitios urbanos que no he visitado en años,
encuentro un ambiente nuevo y desconocido, que me hace recordar la constante
Evolución en la que nos encontramos, como individuos y como sociedades.
Existen sitios y ambientes que se
convirtieron en mi hogar por muchísimos años, y que hoy no habito más por infinidad de razones. Nuevos espacios
arquitectónicos, urbanos y humanos integran las veredas y recorridos del día de
hoy.
La ciudad se convierte en un
mapa, en una especie de diario interactivo cambiante, que no deja de enseñarme
que la Vida prosigue su curso, no importando lo que acontezca, o deje de
acontecer.
Hace años, cuando comencé a
escribir las primeras historias que hoy rescato, para finalmente darlas a
conocer, la Arquitectura y el Espacio
integraron la escenografía colorida y necesaria, para enmarcar los relatos, las
aventuras, las experiencias narrativas.
Hoy miro con cierta melancolía
cómo muchos de esos espacios no existen más en la realidad, sólo en el lejano
recuerdo de una memoria que convertí en una secuencia narrativa.
Añoro sentarme de nuevo a
escribir material nuevo, para ir tras esos recorridos contemporáneos que se
dibujan por todos lados en la realidad, de la que zarpo en viajes y recorridos,
y que entretejen nuevas escenografías que –espero
en días no tan lejanos– me ayuden a
crear narraciones nuevas que me permitan expresar en lo que me he convertido al
paso de los recientes años.
Escucho:
Endless bummer | Weezer
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