Hoy por la mañana me embarqué en una travesía por calles de una porción de ciudad desconocida.
Mirando a través de la ventanilla, cómo el escenario lentamente se transformaba en ambientes lejanos, distantes, diferentes, traté de mantener fijo, tu recuerdo en la memoria.
Todo viaje representa una metáfora, un poder de Metamorfosis capaz de modificar nuestra perspectiva del Mundo que nos rodea.
Estas palabras son la bitácora de tu despedida.
Puse suma atención a las calles, los trayectos, los caminos que sé, debiste recorrer en diferentes momentos, etapas y ciclos de tu vida. Las veredas que seguramente se convirtieron en favoritas, más allá de simples rutinas.
Cómo debiste ser testigo de la expansión de esa porción de tierra viva y amorfa, que dentro de sus caóticos rincones, va adquiriendo apariencia, y sentido, de acuerdo a las experiencias que viviste, que te definieron como el ser humano que llegaste a ser.
Conocer el camino que lleva al sitio que fue tu hogar me hizo conocer una parte de tí que rara vez se conoce en una persona.
Los quiebres, las vueltas, los retornos, las edificaciones, las porciones de terracería desperdigadas por todas partes. Las vistas panorámicas desde lo alto de la estructura donde descansa el sitio donde se encuentra tu hogar.
Y al llegar, visualizar y experimentar esa sensación de satisfacción por estar en casa, con quienes más amas.
Porque el Amor de Familia es el ingrediente más poderoso, humanamente hablando.
Porque gracias a él, rompemos Inercia, traspasamos nuestros límites, vencemos nuestras carencias, y re aprendemos una y otra vez quienes somos.
Las horas que pasé ahí, me sentí verdaderamente en casa, cobijado por el cariño que debiste recibir habitando ese ambiente.
Tranquilo estoy por haber conocido esta parte tuya en este hermoso contexto.
Gracias por mostrarme que los caminos, no importa la dirección, o el destino, siempre tienen sentido.
Gracias porque ha quedado vivo un fragmento tuyo que ahora es una porción de mi realidad, más allá de los recuerdos, los que fueron, los que pudieron ser y los que dolorosamente jamás serán.
Gracias por haberte cruzado en mi camino.
Si Dios coloca las piezas en su respectivo lugar, entonces no me queda duda en confiar que todo marcha como debe ser.
Después de la despedida y el último abrazo a tu familia, el regreso a casa fue un trayecto de realidades, de profundas verdades qué asimilar.
Te quedarás dentro del corazón, latiendo, para todo lo que reste de Vida.
Como todo continúa latiendo y moviéndose allá fuera.
Los vehículos continuarán abarrotando las calles, las ciudades seguirán mutando y creciendo.
Porque nada se detiene, jamás.
Así son las cosas.
De eso estamos hechos.
De movimiento perpetuo, así que lo que más anhelo es que tu esencia se quede conmigo, y me recuerde lo importante que es aceptar las circunstancias, y fluir, en todo momento, con ellas, en un vaivén de pérdidas, lecciones y emociones.
De eso se trata vivir, al final del recorrido, al término del día, y el arribo de la inevitable oscuridad de la noche.
Escucho: