En el Silencio de la Muerte anhelo hallar sentido a todo lo que hoy lo ha perdido.
En el Valle de la Soledad encuentro Tranquilidad, más nunca, un Consuelo.
Los sonidos, el movimiento, el ajetreo de la Vida no significan nada.
Intento dormir, más el Sueño escapa de forma escurridiza y sale por la ventana, a perderse en la quietud de la noche, en el vasto Negro que cubre todo lo que mi vista encierra.
El Vacío se ha llevado consigo todo aquello que definía la Realidad que hasta hoy, me perseguía.
No queda ya Nada de los recuerdos, los anhelos, y las palabras dichas, que hoy se diluyen como agua en medio del desierto, ruin, y seco.
No hay más que oscuridad en todas direcciones.
Me pregunto cuándo dejamos de buscar la Luz a través de nuestros corazones.
Me cuestiono si valdrá la pena la búsqueda después de habernos mentido, de habernos abrazado, sabiendo que jamás estaríamos juntos.
Aún se miran las huellas que dejaste dibujadas en la arena, mientras me acompañaste a la cima de la primera piedra.
A partir de aquí, no soporto continuar el camino solo.
Y no llueve. Ya jamás llueve.
El calor del Sol me recuerda que la Vida es un constante reto, una prueba de supervivencia.
Pero no me interesa sobrevivir.
Yo quiero tomarte de la mano y mirar cómo la lluvia lo transforma, nos transforma en Todo.
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