Acabo de darme cuenta –minutos antes de escribir esta nota,
buscando por mera casualidad el día de mi natalicio, como anhelando una razón
que fundamentara este escrito que desdibujo entre mis dedos– que nací en Sábado.
No puedo describir la extraña y
profunda sensación que recorre mi espina dorsal, atravesando mi cuerpo, mi
columna toda, hasta la cabeza. Una serie de impulsos eléctricos con los que
rara vez he interactuado en mi existencia. No sé si reír, o derramar una
lágrima al ser consciente de la Sincronía,
de la travesura que acaba de jugarme el Cosmos.
Es irónico poner atención a una sensación –respuesta
corporal a un catalizador de no sé qué naturaleza– que no puedes dominar, controlar o cosa que se le parezca, más
que poner cuidadosa atención a aquello que Dios
puso ahí, no sabes con qué propósito, para que te detengas y preguntes qué
demonios ha sido lo que acabas de experimentar.
Un momento, antes de que te des
cuenta de ello, la sensación se ha marchado.
`Dios no juega a los dados con el Universo´, rezaba alguna vez Albert
Einstein.
Me gustaría haber amado en
Sábado.
Sólo así, libre de toda
distracción, producto de la estúpida cotidianidad, podría haber puesto atención
a lo que realmente es la Vida.
Mirando juntos el horizonte, cubierto de nubes bañadas en azules increíbles que
sólo acontecen en Sábado, tú y yo habríamos encontrado la Verdad de todas las
cosas, y cambiado al Mundo, no en el sentido anti apocalíptico, más bien, el reflexivo.
Reconciliarme con mi hermano en Sábado.
Con todos y cada uno de ellos, mis
hermanos, o quizá mejor llamados prójimos, poder dedicar cada uno de estos días
semanales en el calendario, para reencontrarnos, dialogar, y poner en orden las
discusiones que nos separaron y nos llevaron a la infranqueable distancia que
hoy vivimos. Al paso de los años, te percatas que no pierdes a las personas que
amas sólo por concepto de Muerte,
sino también por Necedad, Impaciencia e Intolerancia. Cada Sábado recuperaría relaciones hermosas, y
coleccionaría abrazos intensos y profundos, hasta que mis lágrimas de Agradecimiento me permitieran llenar el
mayor cráter que defina la Orografía
de Marte, o pensándolo mejor, de Saturno,
que es muchísimo más grande...
Ya que hablamos de la Muerte, planearé mi partida en Sábado.
Lo haré para abrir la Invitación
a todo quien quiera visitarme en la despedida de esta Vida, o dedicarme un solo
pensamiento, una Oración, un deseo, o
la flama de una vela. Para quienes estén cerca de mí, de manera íntima, no
interrumpan sus actividades laborales, y puedan estar conmigo y yo con ellos en
este momento especial y único. Será hermoso estar todos reunidos en este
instante opuesto al nacimiento, sólo que ahora mis hermanos ya podrán estar
conmigo, porque cuando nací, aún estábamos incompletos físicamente como Familia, y, a pesar de no tener aparente
consciencia como engendro neófito llegando
al mundo, me sentí solo, de haber nacido sin su compañía.
Abrazarte en Sábado, a quien
desee adjudicarse la personalidad de esta línea.
Porque tendríamos tiempo de
sentarnos a platicar, a tomar un helado o un café con leche quizá, a caminar
por las calles y veredas de la ciudad de tu elección. Conoces mis gustos como arquitecto, y las cosas de las que me
gustaría charlar, las fotografías que me agradaría tomar, y las risas que me
encantaría soltar, estando en tu presencia. Sólo así podrías decirme tal vez,
aquello que no me dijiste por alguna razón desconocida, y yo saber al fin, el
motivo del abrazo que nos damos.
Leer por vez primera a mi
escritor predilecto, en Sábado.
Porque sería mucho más consciente
de las palabras que quisiste compartirme, no importa ser un lector entre dos
millones de personas, porque como escritor que en mi aliento fui, conozco la
sensación de dedicar las líneas a la persona correcta, porque el sentimiento
que pones en ese pedazo de papel o pieza de archivo digital, proviene directo de la veracidad honesta de tu corazón
iluminado. Sería respetuoso de tus ideas, y dejaría que éstas transformaran mi
vida desde el instante mismo en que las leí, y no dejar pasar días, semanas, o
años, para interiorizarte y llevar tu esencia espiritual, conmigo.
Conocer a Dios en Sábado.
No en Domingo, porque es el día
donde convives comunalmente con todos
quienes te aman y desean pasar tiempo conmigo. Yo te pediría un día especial
conmigo, donde podamos hacer aquello que se te ocurra, y que pienses que yo
podría hacer mejor, para mi Bienestar, puesta al servicio de quienes la requieran. Finalmente, sólo mi madre y TÚ me conocen en la profundidad
de todas mis entrañas, y podrías ayudarme a descubrir quizá muchas cosas que
aún permanecen ocultas a mi existencia.
Finalmente, escribir esta nota en
Sábado.
No lo hice porque el Sábado
anterior a escribirla, dejé de ser Sanador,
para convertirme en simple amigo, y pasar instantes clave con personas amadas y
valiosas. Hubo quien no pudo verme ese día, pero aún así, mis sentimientos son
igual de sólidos frente a la ausencia física de una amistad sincera. Escribir
en Sábado sería mi eterno sueño a lo largo del tiempo que me quedara de Vida.
Y el último deseo (perdonen
ustedes la omisión): sanar en Sábado.
Si los planetas son capaces de
alinearse, salvando variables imposibles, distancias inimaginables, y disposiciones
cósmicas insuperables, me gustaría
alinearme con su improbable rumbo, sus patrones misteriosos y sus hermosas directrices
dibujadas en el lienzo de galaxias, para aprender de una vez por todas que todo
tiene una razón de ser, lejos del aparente caos con el que percibimos la
existencia, alejándonos de aquel a quien llamamos Dios, que no es más que la Integración
de todas las cosas que por nuestra eterna necedad, no vemos. Y comprender que
algunas veces, sanar, representa
abandonar la Vida antes de lo esperado, con Plenitud en el ocaso.
Imagen tomada de la liga:
Escucho:
Low Mist Var. 2 – Day 1 | Ludovico Einaudi
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