Recomiendo leer esta
nota, escuchando la melodía que la ha inspirado:
Existen melodías o álbumes de los
cuales he escrito una nota, como reflexión en relación a las emociones que
despiertan en mí.
Weird Fishes/Arpeggi,
de Radiohead, es una de esas tercas canciones que aparece periódicamente
en mi vida, para remover las emociones más profundas y oscuras, guardadas
celosamente en mi ser, y extraerlas de mi interior, para recordarme lo frágil
que soy, y lo mucho que el mundo duele.
Su estructura base es el escalonamiento
armónico, una serie de notas cercanas en el círculo compositivo, que
se interrelacionan en un movimiento fluido natural perfecto. La sensación que
la melodía brinda es la de un ascenso interminable que llega a un clímax,
sitio donde experimentamos lo más cercano a la Belleza, acorde a los cánones
estéticos que nuestro raciocinio guarde dentro de sus confines. Pero la Razón
no es lo único que acompaña a la experimentación estética.
La Belleza, sin embargo,
poco tiene que ver con la idea de Perfección que tenemos de ella. O por
lo menos, es la experiencia personal al respecto.
He descubierto dentro de mí, una
serie de sentimientos convertidos en emociones, cuya fluidez a través de
los últimos acontecimientos en los meses recientes, no ha hecho sino poner en
duda todas las creencias y paradigmas individuales. Cada suceso, como el
arpegio que define a la melodía, se hace más presente que el anterior,
en una sucesión interminable de eventos que atacan la serenidad emocional,
como bombardeos incesantes en un campo de batalla, que no encuentra un momento
de Paz, de Tranquilidad, para hacerse saber en medio del desastre
y la destrucción.
Las emociones se transforman
entonces en un cauce incontrolable y salvaje, cuyas aguas lo consumen, lo arrasan
todo, en un vaivén constante, perpetuo y repetitivo, que destruye la Serenidad
y la capacidad de reconstrucción de la Realidad.
La Vida se convierte en esa balsa
a la deriva donde, a pesar de existir una corriente que lo arrastra todo, no
existe dirección o destino último.
Las emociones en medio del naufragio
parecen tener un orden, una estructura lógica e inteligente, traducida en
patrones que mis ojos y oídos intentan distinguir, y mi mente comprender; tarea
que casi de inmediato abandono, por la poca capacidad de Tolerancia hacia
el Dolor y la Soledad que he desarrollado durante los últimos
meses. Me pregunto una y otra vez si era mejor cuando mi ser entero era
capaz de contener y reprimir todo tipo de sentimientos y emociones y permanecer
insensible al mundo que me rodeaba.
Las lágrimas libres y abiertas que
he derramado esta mañana mientras camino escuchando la melodía que encabeza la
lista de canciones que quizá no han perdido su alma humana, saturan mis
sentidos, mientras Dios no tiene piedad, trayendo delante de mí, a uno
de los amaneceres más hermosos que recuerde, enmarcado por nubes terribles y
furiosas, de cuyo interior, e inmersas en una épica lucha, se incluye al Sol,
quien intenta escapar, abatido, para dar por comenzado al nuevo día, sin poder
conseguirlo hasta unos cuantos y largos minutos más, en los que contemplo
hipnotizado la Agonía de la batalla, metáfora interior de mi
propia lucha con la Vida, la Muerte, y la terca idea de anhelar no
estar aquí, y de que lo que vivo, no está sucediendo…
Pero ésa es arena de otra melodía,
que de igual manera carcome mis adentros de manera violenta y sin piedad, y de
la que espero encontrar las fuerzas suficientes para escribir mientras aún
tenga vida.
Mientras tanto, sólo me queda
enjugar las lágrimas, replegar todo signo de dolor —de nuevo— y esforzarme por
no perder las últimas piezas que dan forma y sentido a lo que soy, a lo que he
representado.
A veces, la Vida se empeña en
demostrarnos lo frágiles que somos, a pesar de no haber siquiera hecho algo consciente
que atrajera semejante castigo, el cual se repite una y otra y otra vez, en
medio de la Soledad y el Abandono.
Escucho:
Weird Fishes/Arpeggi |
Radiohead