A veces escribo sólo dejándome
llevar por el cielo azul.
Salgo a caminar todas las mañanas,
minutos antes del amanecer. Extraña rutina ésta de andar delante aún con la
oscuridad de la noche que agoniza.
En ocasiones escribo un mensaje a
mis amigos, y me quedo mirando la pantalla, preguntándome cómo hemos llegado a
estar tan cerca unos de otros, y tan lejos, al mismo tiempo.
Me gusta caminar observando
detenidamente la Arquitectura, esa peculiar expresión humana que ha
dotado de sentido y falta de él, a las ciudades que se levantan por todas
partes, y que no dejan de sorprenderme por la diversidad del caos infligido.
Mi perro y yo solemos andar por
áreas verdes y despobladas. Escuchar el Silencio de la Madre Naturaleza
en su suave andar por la Tierra, sin preocuparse por ser centro de
atención, o sobresalir por tal o cual circunstancia.
Me agrada platicar con mis amigos
en persona, mientras nos miramos a los ojos, sonreímos, reímos o quizá
lloramos. Ese tiempo presencial es lo único que podré dejarles envuelto en
un obsequio, cuando me haya ido, en formato de memorias y recuerdos,
¡ah!, y un cálido abrazo.
Me gusta mirar como idiota las
vistas panorámicas que me rodean. Admirar la Belleza presente en cada
sutil detalle de todo aquello que ha construido Dios o el Hombre.
Porque la Creación es un pretexto, pero la vivencia el proceso
obligado de transitar sobre y a través de esta Tierra, recolectando piezas de
realidad, en sentimientos o emociones, para convertirnos en
aquello que jamás quisimos ser, pero que nos lleva a ser lo que está escrito,
seamos.
Escucho:
Eyes on you | Kings of
Leon
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