Corría el año mil novecientos noventa y tres.
Un solo hit de
tinte Oeste destrozaba las radios de
aquella época.
Y el color naranja por doquier…
Ahora es el año dos mil trece.
Dos temas con cierto toque europeo se tocan por doquier, en
las discos.
Y el color azul y blanco por doquier.
Tras haber abandonado su sello discográfico de años, los
miembros de Pet Shop Boys se
enfrascan en una travesía de auto descubrimiento, que les tomó cerca de diez
meses. Sorpresivamente, lo más corto entre dos álbumes de estudio que hayan
presentado en la última década.
Mientras escribo esta nota, se toca en el equipo de cómputo –en versión digital aún, parece que tendré
que esperar un par de semanas más para hacerme del álbum físico– `Fluorescent´,
uno de los nueve temas que conforman esta aclamada colección electrónica
denominada simplemente Electric.
Qué decir… Todo el álbum alucina.
Ningún álbum de los PSB
me había hecho volar, al grado en que lo hizo Very, aquel suceso que marcó mi adolescencia en cuanto a
experiencias musicales se refiere. Pop,
libertad, diversión pura.
La historia parece repetirse.
Y es que, de vez en vez, se antoja no tomarse tan en serio
las cosas, ser uno mismo, y disfrutar de las circunstancias. Eso mismo es lo
que he estado haciendo durante las últimas tres semanas, será por eso que este
álbum cae tan bien en este instante de mi existencia.
El toque electrónico de esta banda, habla de cuanto están disfrutando
el momento, rompiendo los paradigmas, reinventándose de nuevo, mientras
regresan a su misma fórmula, pero actualizada,
ofreciendo un proyecto, que muchos han considerado lo mejor de su carrera,
desde el mencionado Very, veinte años
atrás.
Y sí, Electric es
la fórmula de siempre, con las letras de siempre, y el estilo de siempre.
Hace un par de días leía una terrible crítica a la propuesta
cinematográfica de Guillermo del Toro,
Pacific Rim, que destrozaba la cinta.
Creo que el problema es que nos tomamos todo demasiado
ortodoxo. Cuando se habla de efectos visuales, y –por ende, sonoros– se
piensa que debe concebirse la película profunda,
el álbum del año, lleno de
reflexiones, de actuaciones, de una historia espiritual, de melodías
profundísimas.
Un niño a veces nos hace reflexionar mucho más que una
melodía o un melodrama complejo, que peca de profundidad y de reglas de
manufactura. El hecho de soñar, y de dejarse llevar por completo por el ensueño, es –he concluido– lo que
petrifica a los adultos, a los críticos, a las personas en general… que
prefieren lo altamente reflexivo, y culto.
La película de Del
Toro, lo mismo que el álbum de PSB,
son visual y sonoramente perfectos, manufacturados con un detalle increíble.
Técnicamente impecables. Un fiel reflejo de la hermosa indiferencia y la
informalidad que destilamos, pero que nos apetece fuera de lugar y clase cuando
no las hacen evidente en nosotros mismos.
Los niños, por el contrario, ponen en segundo término la perfección/obsesión
en el detalle, y prestan atención al mensaje despertado por la ensoñación, que
entra por los ojos, y llega directo al corazón, inspirado por su experiencia de
niño, de disfrutarlo todo, de reír, de bailar, de divertirse. Las mejores
lecciones de la vida vienen también en empaques de colores brillantes.
Con un espíritu infantil ahora, ambas experiencias
despiertan en mí una indescriptible emoción. La Imaginación desbordada, apoyada
por el arte cinematográfico; y por la Música.
No cabe duda que PSB han logrado un gran proyecto en su
carrera. Ágil, dinámico, actual.
Hace mucho que no dejaban desbordar ese estilo libre de
ataduras, lejos de cánones ortodoxos, rememorando esas experiencias altamente
agradables y multicolores vividas con el Universo de Go west.
Bueno. Concluyo esta nota sencilla y nada profunda, que ya ha abarcado –considero– demasiado espacio…
Imagen tomada del
arte original del álbum `Electric´, de los Pet Shop Boys, editada y modificada
digitalmente
Álbum `Electric
´ / Pet Shop Boys