Visitar uno de los llamados `Pueblos Mágicos´ siempre es una
grata experiencia.
He aprendido mucho escribiendo, pero, sobre todo,
compartiendo la experiencia del proceso de génesis
de los libros con las personas que se interesan en leerlos.
Cada ciudad, y cada espacio en ella, son un cúmulo de vivencias, un conjunto de circunstancias
con cierto valor para los habitantes de
esos espacios.
Lo más valioso que he recibido de personas que ahora estimo
y recuerdo con suma gratitud, es la oportunidad de haberme compartido parte de
su espacio, de su ciudad, o de su pueblo. Porque lo que he aprendido de ser
arquitecto es que las personas atesoran vivencias a lo largo de su vida, que se
quedan grabadas en los espacios en los cuales viven, y que definen en niveles
muy complejos lo que ellas han llegado a ser.
He sido sumamente afortunado, porque he conocido gente
maravillosa que me muestra los espacios de un ámbito arquitectónico o urbano,
desde el punto de vista íntimo, es
decir, no el espacio en sí, más bien, el
conjunto de valores implícitos en ellos.
Considero que uno de los principales problemas de los
arquitectos hoy en día, es que no somos capaces de compenetrar en las entrañas
de las personas que nos contratan. Nos cuesta trabajo entender sus estilos de
vida, sus perspectivas ante la vida, mientras que lo único que queremos es
`arreglar´ las cosas que creemos están mal, e imponer un estilo de existencia
que está bien para nosotros, pero no para quien compartirá esa manera de vivir
por el resto de sus días.
Durante los últimos años es que me he enfocado en el
desarrollo de la empatía, es decir,
esa cualidad humana de penetrar las circunstancias ajenas, y aprender a vivir
con ellas a mi costado.
Compartir de nueva cuenta la esencia del libro 12 campanadas hacen un reloj, despertó otra
vez en mí la inquietud de viajar, conocer y crecer
a la par que las ciudades desconocidas se despliegan… Pensé –incluso– en una segunda parte.
Al final decidí que era improbable.
Cada libro tiene su momento y su lugar. Un libro que
continúe con la premisa mostrada en 12 campanadas… exigiría un reto nuevo,
diferente, mucho más complejo que el vivido para la escritura de los textos que
integran la antología original.
No me siento preparado, hoy por hoy, para ello.
Dos proyectos más me han llevado a direcciones por completo alternos.
Al final, cada proyecto es diferente, por no decir opuesto,
al anterior.
Quizá algún día pueda por fin desarrollar la idea que lleve
a explorar el espacio arquitectónico y urbano, desde nuevos y más complejos
niveles.
Escucho:
Stop all that
noise / Complic8ted lives // Candy Dulfer
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