Tras una jornada incierta, se han publicado resultados.
Lo que más me sorprende no son los resultados en sí, es
decir, el partido ganador, más bien, la histórica cifra de abstencionismo que ha imperado -por
lo menos- en mi estado, pero imagino que la situación se rubrica en resto del país.
Hablar de arrasar al
resto de las propuestas políticas, en estas peculiares circunstancias, no es
hablar de una victoria, más bien, de aprovechar
la oportunidad. Que quede claro que no es lo mismo.
El ambiente que rodeó al proceso, lo dijo todo.
Severos incidentes de amenaza, disturbios y violencia, horas
antes de iniciar las contiendas electorales.
Fui de los pocos ciudadanos que salieron temprano a ejercer
su voto. En las primeras horas de la mañana, y en comparación con las
elecciones anteriores inmediatas a ésta, las urnas lucían desiertas.
Quizá el índice de votación subió a lo largo de la mañana y
a la llegada del medio día, o minutos posteriores a él, pero aún así, yo no
consideraría estas elecciones como un proceso que refleje transparencia y democracia.
Para que se diga que en una nación existen valores como
éstos, más de la tercera parte de la población debe hablar.
No fue el caso.
Bajo este esquema, es sencillo que los miembros activos y
diligentes de una mayoría logren ventajas sobrehumanas. Lo que debe quedar para
posteriores análisis es lo que la inmensa mayoría guardó en silencio. El Silencio supera en número las cifras que pueden
leerse en las pancartas con resultados publicados.
Durante los últimos cinco años, México ha atravesado un duro proceso de pérdida de identidad, que
ayer nos mostró lo urgente y preocupante que ha sucedido en nuestro país.
¿Se prefiere perder el
voto por inseguridad y apatía, o porque la vida y el bienestar individual se
encuentra amenazado por diversas circunstancias?
Lo que es un hecho es que contender como candidato político,
encierra entrar en un proceso donde se ve comprometida la seguridad y la
dignidad. Y no me refiero a ser malas personas, sino porque la desacreditación y la difamación han alcanzado puntajes
alarmantes. En estos tiempos, no interesa lo que busques para el bienestar social -nadie cree en eso, ciertamente-,
sino la cantidad de hechos nefastos que poseas en tu currículum, producto de
una guerra social y mercadotécnica en verdad cruel y peligrosa.
He conocido las prácticas electorales no oficiales que llevan a cabo los partidos. Por boca de amigos
cercanos que militan en ellos, por voces de vecinos que son testigos de dichas
acciones. Por observación a detalle de las circunstancias.
Triste lo que ha ocurrido.
Una guerra para dominar el cien por ciento de un país, a
cómo de lugar.
¿Qué sigue a continuación?
Al paso que vamos, en menos de una década, se nos obligará a
votar en las urnas, por la perpetuidad de un sistema que hace menos de una
década inició, y que demandará la consolidación de un solo líder político,
cuando el silencio y el descontento de una nación, es más grande en número, que
los militantes de cualquier partido político.
Escucho:
No ordinary
love / Flow // Sade
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