Tenía que escribir esta reseña.
Reflektor, de Arcade Fire, es un álbum –de los contados (que digo contados,
contadísimos]– que ha superado
absolutamente todas las expectativas que tenía de él.
Confieso que tardé en adquirir a The suburbs e integrarlo a la colección. Y hasta hace poco –tras escucharlo una y otra vez, con
tiempos pausados– encontré sabor y
sentido a ese disco. El concepto del grupo no terminaba de convencerme. Su
propuesta está catalogada como indie rock,
y yo no era muy adicto a este género. Lo más cercano que presencié al respecto
había sido el debut de The Killers,
casi una década atrás, con Hot fuss.
Tras haber ganado The suburbs el Grammy al mejor álbum del año, y
después haber mirado ganar en la misma categoría un par de años después a Mumford and sons, decidí que debía
ampliar el horizonte musical. Quizá la decisión vendría desde años atrás,
cuando inesperadamente Steely Dan se
llevara el premio en la categoría, o de manera más reciente, Robert Plant & Alison Krauss,
sorprendieran ganando con su álbum, maduro y contundente, por muchos
incomprendido [me incluyo].
Reflektor es
sólido, categórico. Implacable.
Desde el primer track
–que brinda nombre al disco–, encuentras una fuerza indescriptible,
un concepto universal, casi familiar
a todos: el Amor, y su presencia en
nuestra vida, no importa el Espacio,
no interesa el Tiempo. Una de las
características de Arcade Fire es su
cualidad de grabar discos atemporales.
Éste no es la excepción.
Cuidadosos desde la fase de la génesis, se han asegurado de darle al álbum, el fundamento
conceptual y temático sólido, como sucedió con Funeral y The suburbs. Y
quizá lo más importante: una serie de circunstancias reales, vivencias y experiencias personales que terminan que
colocar todas las piezas en su correcto
lugar.
Y sí, comparo este álbum con ese punto de inflexión que representó el Kid A de Radiohead. Tienen tanto en común: ser un álbum de un género al que
no me acerqué antes; haberme llamado poderosamente la atención y obligado a
acercarme a él, y a adquirirlo físicamente
con tan solo haber escuchado una melodía;
y representar una especie de conjunto de creaciones atemporales y versátiles,
con puntos de separación imposiblemente unidos por una directriz. La
influencia de Arcade Fire, esos
ritmos jamaiquinos magistralmente
integrados, consiguen fusionarse con percusiones,
un espectacular piano, y lo increíble: sintetizadores.
Un trabajo creativo
de la más alta calidad, debo decir, que se ha convertido en una grata ventana
abierta para el inicio del año dos mil catorce.
Imagen tomada de la
liga:
Escucho:
Here comes the
night time / Awful Sound (On Eurydice) / It's never over (Oh Orpheus) // Arcade
Fire
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