`Aquel que no recuerda el pasado
está condenado a repetirlo´.
George Santayana
Poseo una vida corta, y no hablo de mi existencia en años, sino de mi experiencia profesional e integral. Con ello me refiero que son pocos los espacios que me conmueven a niveles profundos y complejos. Ser arquitecto no significa que lo sabes todo en cuestiones de técnicas constructivas o aspectos teóricos. Peor aún… Que en realidad comprendes el Espacio.
Para mí, comprender el Espacio significa tener la Madurez y la Consciencia necesaria para afrontar y superar tu propia Vida.
Las visitas a Museos no se encuentran en mi lista de sitios que he visitado. Para mí, es preferible pisar el suelo de lugares abiertos. Más que nada por el grado de compenetración y de interacción que eres capaz de percibir en este tipo de recorridos.
Cada sitio, cada espacio que visitas, tiene algo que decir. Un Museo -para mí- es un espacio que tiene tanto qué contar, pero lo hace de manera `artificial´ [permítaseme el adjetivo para definir mi idea]. Me refiero a que la temática y circunstancias que dan forma y lugar al museo fueron puestas ahí, con una intención humana específica, mientras que en los sitios y espacios urbanos -naturales-, dígase las ciudades, las ruinas prehispánicas, entre otros…, dichas circunstancias existen en su configuración y hábitat natural e innata.
El Museo de Memoria y Tolerancia, en la Ciudad de México, diseñado por Arditti Arquitectos, es un Espacio que en verdad me hizo reflexionar en torno a mi manera de ver la tipología de estos proyectos.
Las palabras del diseñador: `En verdad, quisiéramos que este espacio no tuviera que existir´, creó una especie de metamorfosis en mis parámetros de diseño. ¿Por qué crear un sitio que se desea que no exista…?
La visita a este espacio era obligada al momento de escuchar esas palabras.
¿La experiencia?
Sublime.
Museo de Memoria y Tolerancia es un enorme plató materializado de sus dos conceptos de diseño. Es una metáfora bizarra, pero humana y profunda, donde los peores valores del Hombre cruzan los pasillos, se dibujan en los muros, pisos y en los techos, y atraviesan de manera poética las ventanas. Las vistas, los recorridos, las sensaciones despertadas por cada textura, por cada arista de cada muro… sin simplemente… sublimes.
La madurez, humana y conceptual, necesaria para el diseño y creación de una esencia como ésta es extraordinaria.
El espacio susurra por sí mismo el dolor, la reflexión, la meditación y la agonía de un solo tema, general y terrorífico por sí mismo: el genocidio.
El proyecto, el Espacio, su organización y configuración es -irónicamente- una alegoría a la Vida, a la Esperanza, al momento único donde el ser humano se da cuenta de la magnitud de su existencia, sus decisiones, el poder magnífico de perseverancia y belleza de su espíritu.
¿Un espacio cómo éste, en realidad debe de existir?
Quien no recuerda, no es capaz de entender, de comprender y aceptar lo sucedido, y, por ende, tenderá al regreso de esas circunstancias como un eterno presente.
El odio, la intolerancia, el rencor, la incomprensión.
Valores humanos que han destruido a lo largo de la Historia, parte esencial de lo que somos.
El ser humano es el único ser vivo y consciente, a quien el Pasado representa un peso existencial capaz de modificar su Presente a niveles que no podremos llegar a comprender.
No es necesario experimental dichas circunstancias a niveles macropresenciales. Estos ambientes abundan en nuestra existencia cotidiana. En nuestras familias, en los sitios laborales. En nuestras escuelas, donde los estudiantes, los profesores, los trabajadores, los hijos o los padres, sufren de cualquiera de estos valores sociales, que llevan lentamente a la erosión de nuestra Humanidad.
El Espacio físico del museo es una metáfora de toda la reflexión antes mencionada, donde la razón de ser y existir del sitio son los peores momentos y sentimientos humanos, que pretenden, gracias al poder del diseño y la consciencia, generar Esperanza, Amor, comprensión por todo aquello que nos queda, que vivimos día a día como entes comunitarios y sociales, una vez que tenemos consciencia de lo peor que hemos hecho y la decisión de elevar nuestro espíritu a niveles profundos y superiores.
Como arquitecto celebro el magno uso del recorrido, las vistas hermosas, los medios físicos y digitales-visuales-auditivos, que integralmente cuentan la Historia, que penetran en nuestra piel, en nuestras pupilas, en el raciocinio que mantenemos en baja frecuencia, hasta que escuchamos a la sensibilidad, los gritos de dolor, desesperación, incertidumbre, miedo y terror que nuestros propios pasajes históricos y culturales han creado en nuestra memoria colectiva.
Como individuo -confieso- no fui capaz de continuar con el ritmo, de mantenerme erguido durante el recorrido. En un punto del trayecto, la conmoción atravesó de lleno al espíritu, al encontrar en todas las circunstancias descritas, un profundo sentir que lo invadió y que inutilizó todo.
Recuerdos, memoriales, citas, imágenes. Todos ellos despertando en el visitante, la luz en el camino.
La manera en que la Tolerancia se vuelve física. Un Museo que se abre al entorno, a la Cultura, al cielo, a la ciudad que le rodea, así como a sus habitantes.
Un Espacio digno de hallar en la brutal naturaleza de su temática y existencia, el poder de nuestro perdón, de nuestra propia redención.
Escucho:
Exogenesis: Symphony, Pt. 2: Cross-Pollination / Muse
One note / NoJazz
Feelin' good / Nina Simone
This is your life / The Killers
Approaching pavonis mons by balloon / The Flaming Lips
Como lo decían los creadores del museo... "tal vez no es bello por su arquitectura, pero si por su significado y simbolismo".
ResponderEliminarDe hecho el edificio esta muy bien logrado por las vistas que se encuentran del interior hacia el exterior, un claro ejemplo fue la vista que tiene hacia el monumento a Juárez.