`Con el puño cerrado no se puede
intercambiar un apretón de manos´.
Mahatma Gandhi
Agradezco al grupo de Teoría de la Arquitectura I por las experiencias magníficas de este semestre. Ustedes, con su pasión, dedicación y entrega, consolidaron los procesos de enseñanza/aprendizaje diseñados para ustedes y puestos en marcha con éxito.
Agradecimiento especial a Moisés Alcántara y a Juan
Carlos León, por compartir los pormenores de sus procesos de diseño y probar que los esquemas aplicados son válidos
y merecen considerarse.
La dinámica de interacción
permitió aplicar todos y cada uno de los principios didácticos/académicos/profesionales vertidos en el plan de
estudios, diseñado años atrás, demostrando que nuestros actuales cánones y
procesos didácticos requieren una profunda metamorfosis
para adaptarse a las nuevas necesidades de enseñanza
que imperan hoy en día.
Con tristeza miro que los procesos de enseñanza/aprendizaje -en el área de Arquitectura- se encuentran atrasados en sobremanera. Aún
continuamos enseñando y aprendiendo sistemas y parámetros de la década de los
setenta, lo que impide que potencialicemos
las capacidades de los estudiantes, y
de nosotros, como arquitectos, profesionistas y seres humanos.
Desde años atrás he emprendido una lucha por modificar
nuestras visiones en los procesos de diseño, para retroalimentar y renovar la
manera de comprender el proceso de
enseñanza/aprendizaje, tanto en las aulas, como fuera de ellas.
El proceso seguido desde semestres anteriores es la aplicación directa y total del conocimiento
aprendido, lo que se refleja en acciones y actividades definidas para tal
fin. Algunas de las ventajas inmediatas de este sistema son la comprensión y
mejora en los procesos de diseño del estudiante; la interacción de la parte
humana [social/académica] entre los miembros del sistema, permitiendo un
crecimiento y desarrollo individual que se traduce en seguridad y
responsabilidad profesional; el logro de la independencia académica y la
consciencia del propio estudiante en aquellos elementos y aspectos que
requieren atención de su parte; la ampliación de la visión profesional, puesto
que se pone al estudiante frente a escenarios reales, que le hacen contemplar y
comprender la realidad profesional desde
su propia perspectiva.
Desde el principio, el estudiante conoce su situación y
desarrollo dentro del proceso de valoración académica. Se generan -por asignatura-, en materias como Taller
de Diseño, por ejemplo, un aproximado de sesenta calificaciones de índole
numérica. En el resto de las asignaturas, el número varía entre quince y
cuarenta, respondiendo a valoraciones en tres tipos: habilidades cognitivas, capacidades de aplicación de conocimiento y actitud/modalidades de respuesta frente al tema o temas aprendidos. Esto,
desde luego, exige atención y mayor inversión de habilidades del catedrático
dentro del proceso.
Se puede compartir -por
ejemplo- la experiencia de haber
contado con un grupo de cerca de cincuenta estudiantes, del cual el índice de
reprobación fue inferior al nueve por ciento. Esto, desde luego [el número de alumnos por grupo] no es lo óptimo ni adecuado,
acorde a los objetivos establecidos originalmente.
El sistema utilizado se basa en el desarrollo/progreso, más
que en el producto final. Finalmente, si el proceso es bueno, el producto final
es consolidado con éxito.
Desgraciadamente, este sistema académico no ha sido aceptado
del todo por la plantilla académica a mi costado, más sí por el estudiante. Las
ventajas inmediatas dentro del proceso interior al instituto es la elevación de
los índices de acreditación de las asignaturas de una forma considerable, y la
búsqueda de ambientes y actividades profesionales
supervisadas, donde el estudiante pueda desarrollarse con cierta libertad,
siempre dentro de parámetros establecidos.
La mentalidad en la evaluación hoy por hoy se basa en el
aspecto cuantitativo [materiales de entrega
finales en los procesos terminales de cada periodo académico], lo que valora
sólo la habilidad de respuesta inmediata y resistencia del estudiante frente a
la presión profesional, reflejada en
la cantidad de trabajos manuales solicitados, pero que deja completamente de
lado el aspecto prospectivo y la
valoración del desarrollo/progreso de dicho trabajo a lo largo del
periodo evaluado.
Además, con el sistema que se emplea actualmente, no se
ataca la necesidad de despertar y desarrollar en el estudiante habilidades de investigación, o peor aún, aplicación del conocimiento. El sistema
se basa exclusivamente en la
obtención del conocimiento, pero jamás en su aplicación en la vida personal
profesional del estudiante, lo que lleva a la sensación final de no aprender
cosas, situaciones, circunstancias que puedan aplicarse en la vida real, cuando
éste sea al objetivo que se busca arduamente.
En otras palabras, enseñamos
al estudiante a ser como creemos que nuestra profesión es, cuando ésta se ha
transformado y, por ende, transformado de igual manera la gama de herramientas
y procesos para su comprensión y análisis.
El primer paso es, a
mi manera de ver las cosas, abrirnos al cambio, y abandonar el proceso de
enseñanza/aprendizaje obsoleto, para actualizarnos como instituciones
educativas de vanguardia.
Fotografía: cortesía de Jorge Ángeles Canul
Fotografía: cortesía de Jorge Ángeles Canul
Escucho: The imploding voice / The Smashing Pumpkins
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