Ser
arquitecto -en definitiva- transformó mi vida.
Me
ha permitido desarrollarme como ser humano en múltiples sentidos.
He
descubierto que amo utilizar mis manos. Para dibujar, para bocetear, para generar trazos, líneas, figuras, formas, donde la imaginación pueda finalmente
materializarse.
Donde
mi ser exprese su potencial.
Mis
manos me permiten escribir. Gracias a ellas he plasmado las historias hasta
ahora publicadas.
Mis
manos son un reflejo entero e integral de lo que soy en realidad.
Me
han permitido -a últimas fechas- nadar. Lo que jamás pensé que algún
día haría.
Y
mi cuerpo entero, mi espíritu, lo agradece en sobremanera.
Son
una parte de mí.
Una
parte que -en diversos grados y
niveles- lo es todo.
Escucho:
Price you pay / UNKLE
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