La historia de Looper
[2O12], es una de esas circunstancias cinematográficas que, como escritor, me han hecho reflexionar, y
ha estimulado en sobremanera mi imaginación narrativa.
Hace muchos años que no concebía una serie de variables como
éstas. Me imagino -es una de esas
teorías que guardo en la cabeza, esperando el día para externarla- que todo escritor, en sus años de
descubrimiento de sus cualidades narrativas, y de lucha por aceptarse narrador
de historias, concibe relatos como éste, donde el viaje en el tiempo es una variable imposible, sumamente compleja y
fascinante, que representa retos y paradigmas imposibles, que desean romperse.
La madurez asesina nuestra mente joven e intrépida, eso es
un hecho.
En mi caso, las primeras novelas que escribí hablan de este respecto. De
ser intrépido, y arriesgado.
Serie de historias donde el elemento Tiempo es el principal protagonista, intentando romper los límites
físicos y ficticios que en torno a él, operan en esta realidad.
En fin, la nota que hoy me concierne no trata sobre mis
reflexiones filosóficas/existencialistas al respecto, sino en torno a la interpretación
excelsa de Joseph Gordon-Levitt como espejo juvenil de Bruce Willis.
La historia ha roto paradigmas personales que yo mismo guardaba
en relación con todas esas implicaciones imposibles y aterradoras que giran
alrededor de los viajes en el tiempo.
Muchas -podría escribir `muchas´,
con mayúsculas- cuestiones temporales han quedado verdaderamente
claras, que es una sensación liberadora salir de la sala de proyecciones con
una buena historia como ésta en la cabeza.
Libros que giren sobre este tema serán escritos en mi línea temporal,
seguramente, gracias a estimulaciones despertadas por Looper.
La secuencia entera donde el personaje de Gordon-Levitt
charla con el representante de nuestro futuro en este pasado [o debo decir,
nuestro presente], Jeff Daniels, es
un deleite de talento actoral. En sólo breves minutos puedes mirar los meses -o años, quizá, sólo Levitt lo sabe- que tardó el joven actor en
transformase en Willis.
El maquillaje, que incluye seguramente retoques digitales es
-debo confesarlo- impecable, pero es la actuación de Gordon-Levitt la que logra que
toda la ciencia ficción detrás de la premisa de que existe una versión joven de
Bruce Willis, sea cierta.
Este joven demuestra que es uno de los pocos actores de esta
nueva generación, que es capaz de enfrentar cualquier reto, y como reto me
refiero a llevar sus habilidades de pretensión y actuación, a límites
insospechados, imposibles si se confía fiel y explícitamente en las nuevas
tecnologías digitales, que son incapaces de reflejar el verdadero espíritu
humano, detrás de los actores, sus personajes, y los retos que las historias
cinematográficas encierran.
Me pongo de pie.
Imagen editada,
tomada originalmente de la liga:
Escucho:
On & on
/ Fred's joint / Lily was here [DNA Remix] // Candy Dulfer
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