Don Beto es el
primer instructor de natación que
tuve. Gracias a él obtuve confianza en el agua, perdiendo todo rastro de temor.
Aprender a nadar no es sencillo, pero él tuvo la paciencia suficiente para
instruirme y guiarme para dominar tres de los cuatro estilos básicos de nado.
Hoy escribo de él, porque Don Beto, además de ser excelente nadador, es un artista.
He caminado a lo largo y ancho del club deportivo, hasta encontrar una de sus obras, la que comparto
en la fotografía que acompaña a esta nota.
Indescriptible es observar como un simple trozo de madera
natural toma forma y cobra surrealista
forma, a partir de la caprichosa textura original de la Naturaleza.
Comparto con las Bellas
Artes el don de la Literatura,
pero siempre he admirado a las personas que dominan la Escultura, por considerarla un medio visual de expresión, que, basado en colores, texturas, formas y lenguaje simbólico, comunican
hermosos mensajes, susceptibles a la interpretación.
El peculiar elefante que ha tallado Don Beto parece reposar
en medio de la cotidianidad de las áreas deportivas, mirando al horizonte, divirtiéndose con su único
ojo de las expresiones y actitudes de quienes se acercan a observarlo.
Sus colores vivarachos, sus formas orgánicas se mimetizan con los pensamientos surrealistas y
creativos de la mente, seduciendo nuestros sentidos con esa personalidad única
y presencial.
Un reflejo de un espíritu inquieto, sin duda alguna.
Escucho:
Save
tonight / Eagle Eye Cherry
Blue moon
rose / Everything but the Girl
Every
little thing [he] does is magic / Shawn Colvin
No hay comentarios:
Publicar un comentario