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jueves, 30 de mayo de 2013

Decadencia y memoria...

El día de ayer crucé la ciudad, tomando un atajo para burlar al lento tránsito de vehículos sobre una de las avenidas más largas y concurridas de mi localidad.
Al entrar por calles ocultas y angostas, reencontré una antigua ruta que solía visitar durante mi adolescencia.
Desde luego, viajar en automóvil no será jamás lo mismo que recorrer el espacio a pié, por lo que la sensación de nostalgia no fue del todo plena.
Hallé ese colosal espacio, majestuoso, noble y hermoso, que conocí cuando tenía nueve. Me refiero al estadio Alfonso Corona del Rosal. Este espacio en particular quedó grabado en mi memoria sensorial y vívida, porque fue un lugar que mi abuelo Alberto compartió conmigo al mediodía de un domingo, en un juego amistoso de béisbol, deporte que mi abuelo amaba.
Confesaré que el béisbol no fue nunca mi deporte favorito -ningún deporte lo fue durante mi vida, hasta la llegada de los treinta años, cuando comencé a practicar la natación-. Fui un joven que no dedicó gran parte de su vida al deporte.
Sin embargo, esa tarde, admirando un simple juego de béisbol, el Espacio cobró dimensión distinta gracias a la narración de mi abuelo. Sus palabras, su pasión, y la esencia del espacio de aquel estadio, transformaron en gran medida, la perspectiva de mi vida, en grados que no alcanzaré a comprender jamás.
La escena quedó tan absorta en mi memoria, que la utilicé dentro de la primera novela que redacté, cuando tenía dieciocho, y que capta en su totalidad, la sensación increíble que el espacio inspiró en mí, con su escala majestuosa, la brisa vespertina y fresca de un fin de semana, la acústica espacial del estadio, y ese ámbito íntimo y familiar que pocas veces hallas en un espacio urbano.
Desde entonces, esa parte de la ciudad, y, sobre todo, el estadio en particular, se convirtió en ese rincón, ese amigo urbano, ese preferido espacio al que regresé en múltiples ocasiones, cuando la tristeza, la melancolía, y la memoria entrañable de mi abuelo, me invadían.

Ahora, años después, por producto del azar, reencuentro este espacio, sólo para mirar que ha sido intervenido, que su muro perimetral colosal ha sido derrumbado, dejando al descubierto la desnudez del campo verde y majestuoso de béisbol, devolviéndome de tajo, todos aquellos recuerdos que creía perdidos.
Ignoro lo que sucederá con él. Aún aguardo por la respuesta de @deportehidalgo, para conocer el futuro de un sitio que definió en gran medida, mi manera de vivir y comprender el Espacio.

Es el recuerdo, la crónica, las palabras que comparto esta tarde, que narran la experiencia de un espacio cualquiera, urbano, oculto en los recovecos de la ciudad, y de mi propia mente…

Imagen modificada digitalmente. Original presente en la liga:

Escucho:
Maggie May / Da ya think I'm sexy?// Rod Stewart

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