Una mañana ajetreada. Una sesión
de natación.
Travesías a lo largo de la ciudad
–una vez… y otra–. Un visita para firma de proyectos. Un par de horas en carretera.
Y por fin conozco a la esposa de Alejandro, y a su pequeña hija.
Son momentos como éste –es seguro– los que dotan de satisfacción y alegría por estas fechas. Ser partícipe
de instantes similares, donde se fijan metas, donde se logran cumplir los objetivos.
De regreso a casa, en una tarde
serena y tranquila, agradezco la compañía cálida, la amabilidad, la charla. El
calor de hogar. De familia. Gracias Alejandro por el tiempo compartido con tu
familia el día de hoy. No importa que sea breve. Los logros y las
satisfacciones han sido muchos. No podré estar en ese momento que has elegido,
pero estoy profundamente agradecido por hacerme partícipe de él.
Tardes como la de hoy, me
recuerdan lo valioso que es vivir, disfrutar cada momento, por cotidiano y
sencillo que éste parezca.
Sentarse, pasar tiempo con las
personas que se estiman, que se quieren, o que se aman.
Esos breves instantes donde
compartimos parte de quienes somos, lo que sentimos, lo que esperamos de la
Vida que nos rodea, que nos define.
Los días de asueto han tenido
actividad sin fin.
Las fechas de celebraciones traen
–como siempre– dosis alta de reflexión, y alguna que otra vez, visitas como la de
este día.
Es grato experimentar el calor
humano que se comparte.
Finalmente es el objetivo
primordial de estas fechas, de estos momentos. Compartir con quienes nos
rodean, la felicidad y la satisfacción del bienestar humano.
Al término del día, me siento a
escribir esta nota, acompañado de un sencillo placer personal, galletas, una
pantalla, un teclado, y muchas cosas por las cuales agradecer…
Escucho:
Not a bad thing / True blood // Justin
Timberlake
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