`Todo hombre que conozco es superior a mí
en algún sentido. En ese sentido, aprendo de él´.
Emerson.
Imagen, un dibujo, cortesía de Jhoana E.B.J. |
Tomar riesgos no siempre es
nuestra primera opción.
Tristemente nos acostumbramos a
vivir en la seguridad de lo conocido, de lo estable, de aquello cotidiano y normal, y que termina siendo nuestra única realidad, aunque eso
represente no cumplir nuestras más altas metas, y alcanzar nuestro potencial.
Nos dejamos definir por los límites que los contextos impongan. O peor aún, nos
autoimpongamos, porque así lo marca la realidad que nos rodea.
A la distancia, abriendo correos
y leyendo mensajes de estudiantes que se tomaron algunos minutos para expresar
su sentir al retirarme de las aulas, además de personas estimadas en demasía
que han dejado en distintos tiempos sus palabras en las diversas redes
sociales, por aquí, y por allá, descubro ideas, conceptos en torno a mí,
que no me había tomado el tiempo de identificar, aceptar, y agradecer.
Es extraño mirar, ahora fuera de
todo contexto –al fin– la imagen y la definición que representé
para quienes fueron mis estudiantes en el ambiente aúlico.
Sí, soy una persona amante de la
Vida, apasionada, que defiende aquello en lo que piensa, lo que siente, y que
es capaz de tomar retos, donde los demás sólo construirían pretextos y críticas
destructivas. Que invierte todo lo que tiene en el potencial humano, que sabe
cómo llegar al corazón, y que echa mano de herramientas para extraer lo mejor
de las personas, y de las situaciones.
Gracias por rescatar el
profesionalismo, porque para mí, ser profesional representa ser consciente, ser
responsable de uno mismo, dejar a un costado la reacción hoy natural de culpar
a los demás y no afrontar las consecuencias de los personales actos. Aprender
que cada uno construye la prisión en la que vive, y perpetúa los miedos,
rencores e irresponsabilidades que nos hacen ser quienes somos. Algunos de ustedes
le llamaron `encontrar nuestro potencial´ o `liberar nuestra mente de los límites´.
No podían tener mayor razón. Hubo también quienes no aceptaron la guía y la
recomendación, no dada por mí, sino por la experiencia acumulada al paso de los
años, y la propia experiencia que sufrí a lo largo del último año y meses,
antes de mi decisión de abandonarlo todo, tachándome de pésima persona.
Gracias por considerarme alegre,
fuerte y optimista. Sabio lo reservo como una cualidad que relaciono más con la
capacidad de mirar a través del Silencio, la tormenta que se dibuje afuera. Los
retos afrontados nos han obligado a templar las mejores cualidades, encontrar
sentido donde antes no lo había, y mantener la vista y la perspectiva en creer
en lo mejor, no sólo en mí mismo, sino en lo mejor de las circunstancias, a
pesar de que eso signifique alejarme de fragmentos de la realidad que no forman
parte de mí, ni yo de ellos. Es un gran alivio y un obsequio poder elegir,
poder tomar el control, las riendas de la existencia, en todos los sentidos.
No me agrada considerar que
prediqué durante mucho tiempo en tierra infértil y desértica, sin embargo,
acepto que, como seres humanos, somos injustos, y atacamos todo aquello que nos
obliga a mirar con ojos conscientes, la claridad de las cosas que nos rodean. Porque fui objeto de ataques, burlas,
prepotencias y culpabilidades, sólo por realizar mi trabajo y anticiparme a las
consecuencias de ello. Fui etiquetado como el peor en todos los sentidos, por no dejarme llevar por la mediocridad, la burla, la represión y lo corrompido.
Hoy, a la distancia, leo con
gratitud los mensajes, las pruebas de apoyo, escasísimas, pero no por eso no
valiosas y altamente apreciadas. Gracias a quienes siempre estuvieron y han
estado. Gracias por el silencio de la gran mayoría, porque en él encontré la
Paz para despejar mi mente, y confiar en la fuerza de mi espíritu.
No me había dado el tiempo de
leer, de aceptar, de finalmente creer la verdadera persona que soy, una que no
se dará por vencida, que atesora lo conseguido, pero que no se conforma con lo
simple, lo ortodoxo y lo aceptado por la mayoría como lo único y válido, en un
mundo donde nos hemos acostumbrado a ser TODO, menos lo que en verdad anhelamos.
Gracias a Nelson Chávez y Azalia Cornejo.
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