El último libro escrito no posee tema relacionado con Arquitectura.
Es extraño como los escritos continúan fluyendo. Una vez que
decidimos no encerrarnos en la disciplina, el horizonte se ha ampliado
considerablemente.
Es quizá un reflejo de lo que ha acontecido en la mente, en
el horizonte, en las expectativas.
Existe tanto de qué hablar en estos días.
En las recientes semanas me he concentrado en colaborar en
un proyecto de índole institucional. Es triste mirar que el compromiso viene de
las personas que se encuentran fuera de los intereses de una institución, y que
las personas que forman parte de ella dan muestras de que la institución misma
no es una prioridad.
En general -considero- muchas personas no tienen claro lo
que esperan de las circunstancias que viven, y que construyen día tras día.
No formamos parte de ese grupo.
Durante mucho tiempo compartimos la visión del conjunto para
el que se trabaja.
En las últimas horas -sin
embargo- las cosas han comenzado a
tomar una dirección muy distinta a la original.
Es momento de tomar distancia de la inversión hacia la
institución, que, lejos de reconocer el esfuerzo, no muestra un horizonte de
desarrollo profesional o humano.
Las circunstancias nos han mostrado oportunidades en otros
rubros, un atisbo a sueños y planes tanto tiempo anhelados.
Se experimenta cierto miedo al inicio, al dirigir los pasos
hacia la vereda que se imaginó durante mucho tiempo, y a la que pensamos jamás
podríamos acceder.
Es irónico, ese libro escrito, nos ha cambiado la visión, la
manera de concebir y comprender el mundo que nos rodea.
La mente se ha expandido.
El proceso no es sencillo. Las decisiones a tomar no lo son,
de igual manera.
Todo es parte del complejo proceso…
Imagen tomada de la
liga:
Escucho:
Miserablism / Pet Shop Boys
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