Es así como solemos vivir.
Lo veo en el ambiente laboral donde me desempeño, aunque la
tendencia es generalizada: existe en todas partes.
Acostumbrados a existir en las peores condiciones, analogía
con los días nublados e intensos.
Nubes oscuras, densas, sólidas, que lo cubren todo, amenaza
de lo peor que está por venir, pero eso `peor´, que no llega.
De ahí la idea de esta nota.
Vivimos en esas condiciones tétricas, oscuras, llenas de
tensión, de tristeza, depresión, donde nada se encuentra bien, todo se
encuentra al límite del desastre, de la llegada de la más terrible tormenta
imaginada.
Son condiciones normales, en medio de las cuales nos hemos
acostumbrado a existir. Al límite del
colapso. Ahí es donde nos sentimos tranquilos, felices, con nuestro cuerpo
en su momento cumbre y la mente agotada de soportar toda la tensión.
Día nublado, sin sol, sin luz. Pero no existe lluvia.
Es una ironía del ser humano.
En estas condiciones precarias -es una analogía, recuérdenlo-
el Hombre prefiere vivir.
`Mientras no llueva…´.
Triste.
Conformismo simple y ruin.
No sabemos que podemos modificar el entorno, lo que somos,
cómo vivimos, aquello que pensamos.
Al final, ignoramos que la lluvia es parte de nuestro
aprendizaje, y las nubes oscuras y cerradas, son sólo un presagio de aquello que vendrá [y que con nuestra mentalidad actual
rogamos que no llegue].
Qué estúpidos somos.
Fotografía tomada de
la liga:
Escucho:
Hunter / Dido
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